Parece mentira que este comenzando a escribir este día. Ya dos semanas desde que llegamos a Madrid y unos días más desde que salí de Bahía. Pero acá estamos, cada vez falta menos para volver y cada vez queremos conocer más y más y desearíamos tener más tiempo para seguir viajando (como cualquiera, me imagino) pero lo cierto es que el tiempo se termina y hay que disfrutar cada día al máximo.
Hoy fue otro de esos días de viaje, sin embargo algo más le pudimos aprovechar. Desayunamos, armamos la valija y salimos al Charle de Gaulle en busca del avión que nos trajo a la capital Lusa. El viaje fue más rápido de lo esperado, no contábamos que el tren iba a ser directo y no como el de ida que paró en todas las estaciones. En fin, llegamos con más tiempo del estipulado al aeropuerto. Gracias al WiFi la espera se hizo menos densa hasta poder hacer el check in. Después hubo que esperar otra vez para abordar, pero es lo de siempre.
En el vuelo, otra vez nos dormimos todo. Juli ni alcanzó a ver el despegue, seguramente la caminata por París nos estaba pasando factura. Del aeropuerto de Lisboa demoramos un poco en salir, hubo inconvenientes en la salida principal, pero no sabemos que pasó. Después tomamos el metro con total tranquilidad, no sin antes demostrarle a Julieta que con el portugués me defiendo muy bien, ja.
El problema fue a la salida del metro. Arrancamos para el lado inverso, a todos los que le preguntamos no conocían la calle del hostel y encima no sabían ni donde estaba el punto de referencia que les dábamos. Peor aun, no teníamos mapa porque informes en el aeropuerto estaba cerrado y don Google maps sin internet no funciona. Pero hasta que un hombre con más simpatía y predisposición consultó con otras personas y pudimos llegar. Acá escribo esto, cuando cuente la historia en un asado, diré que primero quisimos conocer antes de ir a alojarnos. Claramente.
Dejamos la valija, nos acomodamos, nos relajamos y salimos a caminar un rato por la costa del Tajo. Nos perdimos (esta vez en el sentido figurado) en las calles que nacen en la Praça do Comercio (algo así como la peatonal de Las Grutas pero con más restaurantes). Muy linda por cierto. Después de andar un rato, pasamos por un super y volvimos al hostel a comer. Ah, por cierto, estamos en el “montmartre” de Lisboa, el Chiado. Un barrio bohemio y elegante, con mucho movimiento por lo que se puede apreciar.
Y acá estamos, por mirar y decidir que hacemos mañana, a la mañana y a la tarde, para la noche ya hay recomendaciones. Boa noite.