El periodista Francisco Acuña estuvo en Río de Janeiro mano a mano con Nicolás Laprovittola y nos comparte su experiencia en esta nota. En exclusiva con el base estrella del Flamengo, nos cuenta su vida en Brasil, las ganas de seguir en la selección, jugar con sus ídolos y el sueño de Europa. «Oveja me parece un entrenador extraordinario, con mucha experiencia y la CABB vio que necesitábamos eso a la hora de una parada difícil como la de México. No veo la hora de volver a entrenar con la selección. Tengo ganas de trabajar con él», sostuvo Nico.
Ya estamos cerca de la hora pactada en un coqueto shopping de la zona de Leblon, uno de los balnearios más famosos de la “Ciudad Maravillosa”, para el encuentro con Nicolás Laprovittola. O Nico, como lo conocen en Brasil los fans del Flamengo, equipo en el que milita actualmente y que lleva colgada-nada más y nada menos- que la chapa de campeón mundial de Clubes de FIBA luego de vencer al Maccabi de Israel el año pasado.
Lo vemos llegar a lo lejos con un look relajado e informal, previo a una sesión vespertina de entrenamiento para “mejorar algunos aspectos” del equipo. Fuera de todo divismo y de las distinciones recibidas se lo nota tranquilo y con un aspecto que no dista de ser el de Nico, aquel pibe que se formó en Deportivo Morón y llegó a la Primera de Lanús.
-Nico, desde que estas acá, ¿Qué te da Rio de Janeiro a diferencia de Buenos Aires?
– Desde el primer día quise venir a Flamengo. Mi idea al venir a Brasil, era jugar en Flamengo y no quería venir a otro club que no fuera este. Me llamaba la atención Rio de Janeiro como ciudad aunque del país, conocía muy poco. Desde que llegué, noté que la ciudad tiene un movimiento constante al igual que Buenos Aires. Acá tengo la tranquilidad de poder escaparme a la playa en algún rato libre. Me relajo bien y meterse al mar, salir y el calor todo el año son cosas que te dan calidez. Es una ciudad que está muy buena para vivir y la intento disfrutar y aprovechar. Como no tengo auto, camino bastante, más que nada por Leblon, la zona en la que vivo. Estoy muy cómodo. Es una ciudad que fascina. Cada uno que me viene a visitar se lleva esa impresión y por supuesto, la cercanía con Argentina facilita eso.
-¿Te sentís más libre para jugar acá?
-Cuando llegué hubo lesiones en mis compañeros y circunstancias que llevaron a que tomara un rol más protagónico. Ahí me hice muy dueño del equipo y, a pesar de las bajas, las cosas fueron bien. Estaba en un buen momento y me sentía bien. Después, en enero cuando se sumaron todos, el equipo se potenció mucho más con cada uno cumpliendo su rol de una forma clara y pudimos conseguir muchas cosas.
– Fue importante absorber bien esa presión de tener un liderazgo rápido apenas llegaste. Te ayudo a crecer…
-Era un desafío más el decir “voy a jugar bien, voy a ponerme las pilas”. Es un buen lugar para laburar y esta es mi primera salida al exterior. Quería dar una buena imagen para Argentina, para que se vea lo que yo estaba haciendo en el exterior. Muchas veces lo que sucede acá no tiene mucho rebote. Toda la repercusión que tuvo lo que logramos me motivaba mucho más.
-¿Flamengo te hizo más versátil?
-Flamengo me ayudó mucho. Me hizo conocer un básquet distinto. Tal vez más libre, tal vez más desordenado o menos táctico. Pero es más físico, con jugadores altos y fuertes. Jugadores con otra talla. En ese sentido la liga está bien y va mejorando año a año en lo táctico. Con equipos que juegan más correcto que otros o equipos que juegan más en la transición que otros. Nosotros jugamos mucho en la transición, algo que en Lanús no hacía porque era un tipo de juego más estático y ordenado donde cada uno tomaba los tiros que tenía que tomar. Acá es más vertiginoso. Le agarré el gustito, me sentí cómodo con ese ritmo y había que sacar ventaja. Tenemos un equipo largo con buena rotación y nos permite jugar a un ritmo alto durante todo el partido.
-De cara al mundial ¿Esperabas un llamado? ¿Trabajabas para eso?
-Por supuesto. Trabajaba para eso. Yo quería volver a la selección y estar en el mundial. Venía de estar en el pre-mundial de Caracas. Quería formar parte del equipo y tuve que trabajar y rendir mucho para tener mi oportunidad y cuando uno la ve intenta tomarla. Es dar un paso adelante y demostrar que podes estar en la selección. Ese es un momento en el que uno quiere estar presente. La selección es algo que para todos es especial.
-Saltemos al mundial. Después de pelear tu lugar, ¿Cómo es llegar a un vestuario con tipos que ganaron de todo? Uno imagina camaradería con los más jóvenes…
-La verdad que es un grupo bárbaro. Son tipos muy simples, muy dados con nosotros en todo momento. Nos ayudaron a incorporarnos y a sumarnos a su nivel para que siempre intentemos hacer lo mejor para el equipo. En eso son especialistas. Por parte nuestra, de los más jóvenes, debíamos dejar esas diferencias de lado y sentirnos iguales a ellos. Hay un capitán, hay un primer base y roles dentro de un equipo pero debíamos estar en igualdad de condiciones y estar al 100% todo el tiempo sin respetarlos, entrenarlos a ellos y a nosotros. Obviamente uno no puede rebajarse por competir un puesto con Prigioni, por dar un ejemplo. Yo quiero su puesto y tengo que jugar contra el al 100%. Para mi es una gran motivación enfrentarlo pero creo que él necesita a alguien que lo motive a no perder eso. Si nosotros llegábamos achicados ninguno podría haberse destacado en ningún partido. Ahí depende el carácter de cada jugador. Todos quisimos nuestros lugares, los ganamos dentro de la cancha y nos demostramos a nosotros y a los compañeros que podíamos tener ese lugar.
-Ellos necesitan apoyarse en ustedes para seguir siendo importantes y competitivos para continuar jugando y ganando.
-Exactamente, así se forma un equipo que gana. Con jugadores ganadores y con un ambiente de trabajo que da todo por el equipo sin importar los nombres. Los 12 queríamos lo mejor. Y ellos nos quisieron inculcar eso, porque creen en eso y eso los llevo a ganar medallas y a demostrar cómo se trabaja con esa receta que dan
-¿Qué recordás de tu debut con Filipinas?
– Recuerdo que fue un partido raro. Yo venía sin jugar los dos partidos previos con Croacia y Puerto Rico. Pase de jugar cero minutos a 30 minutos y aproveché mi oportunidad. Era un partido que estaba medio trabado pero supimos darle una vuelta de rosca para ganarlo. Filipinas venía con buena efectividad. Eran chicos y tenían un juego diferente a la media pero les resultaba cómodo. Ahí tuvimos que empezar a jugar como queríamos y no dejarnos llevar por ellos. Lo disfrute mucho y disfruté jugar al lado de Pablo (Prigioni). Tenía tantas ganas de entrar y ayudar, de hacer cosas y mantenerme en la cancha. De a poco me fui soltando. Lo mejor de todo fue que ganamos. Eso me hizo disfrutarlo más.
– ¿Jugar con jugadores de ese calibre da otro tipo de perspectiva, no? Ni hablar de los más experimentados.
-Es jugar con tus ídolos, con los del poster. Scola es el ídolo de cualquier jugador de básquet argentino, lo que contagia el Chapu es increíble, Prigioni es de los mejores bases de la historia de nuestro básquet. También poder jugar con Walter acá en Flamengo es lindo. Lo vi ganar la medalla de oro y ahora lo tengo en el vestuario al lado contándome chistes. Son cosas de mi carrera que voy disfrutando. Tengo 25 y me queda todavía un poco más
-¿Cómo ves la designación de Sergio Hernández? Tienen una parada difícil en México.
– Va a ser complicado. Va a haber que trabajar mucho para ganarse ese lugar. Con Oveja no hable mucho. Trabajé con él en la pre-selección de Londres y lo conozco de cruzarlo en Peñarol. Me parece un entrenador extraordinario, con mucha experiencia y la CABB vio que necesitábamos eso a la hora de una parada difícil como la de México. Tenemos que confiar en su trabajo e intentar hacer lo mejor. Demostrarle que queremos volver a estar en el equipo. No veo la hora de volver a entrenar con la selección porque son momentos que disfruto. Siempre me llamaron la atención sus equipos tanto Peña como la selección. Tengo ganas de trabajar con él.
-Tanto él como Lamas son entrenadores que tienen algo de docencia en lo que hacen.
– Transmiten cosas, sí. Son los mejores entrenadores de Argentina y han ganado un montón de cosas. Los dos tienen buena relación, trabajaron juntos y eso es bueno para poder seguir con una dinámica de trabajo, una misma línea o filosofía.
-¿Qué significan para vos las distinciones que recibiste? ¿Te motivan más o no le das bola? (N. de R. Fue elegido mejor base e integrante del quinteto ideal de la NBB)
– Dentro de poco se juega el “Jogo Das Estrelas” y no me llama mucho la atención. No me desvela. Me interesa más la Liga de las Américas, o jugar contra Baurú o Limeira acá en Brasil. Lo llevo bien. Obvio que me gusta recibir elogios o premios, pero yo intento jugar para mi equipo de la mejor manera y ayudar en todo lo que pueda. Después lo demás llega solo. No me vuelvo loco por ser MVP. Pasará si tiene que pasar.
-Pero si más de un 60% de los entrenadores, capitanes y periodistas te elige, te debes sentir más observado.
– Si me miran es porque voy a tener trabajo el año que viene (risas). Me pone contento, me hace sentir bien y querido. Siento que me respetan y me tratan bien. Es más lo que siento que un premio o destacarme.
-¿Y la gente te hace sentir como un referente, un ídolo o un jugador querido? He visto muchas camisetas tuyas por la calle.
– Los hinchas de Flamengo son bastante locos por el club y el básquet pasa por un momento bueno a tal punto que le dicen “Orgulho Da Naçao” (Orgullo de la Nación). El básquet está siendo muy querido acá y uno ve en la calle la onda de la gente, aunque muchas veces no nombren bien mi apellido (risas). La gente me adoptó mucho. El año pasado tuve un momento de indecisión con el tema de la renovación y hubo una movida en las redes sociales para que me quedara. Eso fue muy lindo y fue un gesto que me llamo mucho la atención. Solo llevaba un año y por parte de la gente me sentí muy querido. No creo ser ídolo pero si querido. Tuve ofertas pero quería vivir lo que se venía: el partido con Maccabi, la gira NBA, etc.
-¿Cómo fue tu experiencia en la gira NBA?
-Era una pretemporada NBA para nosotros. Llegamos a Phoenix muy metidos. Veníamos de ser campeones del mundo y queríamos jugar con esa chapa. Hicimos buen partido hasta que en el último cuarto ellos aceleraron y nos sacaron diferencia. Creo que hicimos cosas muy buenas en los tres partidos. Tal vez el que más nos costó fue el partido con Memphis que luego fue un equipo que arrancó como primero en el oeste. Fue muy positiva toda la gira. Pero ver los estadios, los vestuarios, las luces, etc. fue una linda experiencia. Enfrentar a Marc Gasol, Carter, Dragic, Bledsoe, Vucevic fue una experiencia buena que creo que nos va a marcar a todos los que no conocemos ese mundo. Hoy lo veo lejos pero uno siempre sueña. Hay una diferencia enorme entre ese básquet y el nuestro.
-¿Entonces te sentís más cerca, deportivamente hablando, de Europa?
-Me tienta. Es algo que siempre quise. Es el siguiente paso que tengo que dar para poder seguir creciendo. Creo que todavía me faltan cosas y que todavía puedo mejorar. Uno ve a Prigioni y a Ginóbili que siguen mejorando a los 30 y pico. Cualquier jugador argentino sabe que es el ejemplo de todos nosotros y cada vez juegan mejor. Es algo que tengo ganas de hacer. Ojala suceda. Nunca se sabe. Por suerte acá en Rio encontré un lugar muy bueno y estoy tranquilo pero es un desafío que quiero tomar. Jugar en Europa, destacarme y jugar Euroliga. Ahora es un momento lindo en Flamengo y por lo pronto no quiero pensar en otra cosa.
Por Francisco Acuña
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