Stéfano Barba (31 años) y su esposa Anahí, venían barajando seriamente darle un giro a sus vidas. Cumplieron con el paso a paso: contrajeron matrimonio en Bahía Blanca y se abrazaron a la posibilidad más viable que recibieron. En este caso, emigrar al exterior. Ya afincado en Benalmádena (Málaga, España), Fefo enseguida se vinculó al básquetbol y prosiguió con sus clases de gimnasia para adultos. Mientras, su mujer continúa relacionada a la odontología. También les tocó atravesar el trance familiar más duro de sus vidas con la pérdida de su bebita recién nacida, sumando esta incomodidad de convivir con la interminable pandemia. En la misma ciudad se encuentra Santiago Susbielles y dos campeones olímpicos.
Durante 2018 el ala-centro Stéfano Barba se desarrolló como basquetbolista en el ámbito de la Asociación Bahiense, diseñando una muy fructífera temporada con Los Andes (Punta Alta).
Pero, de reojo, pispeaba más allá.
Junto a su esposa Anahí, aspiraban a más. A cambiar.
Estaban abiertos a novedosas y diferentes propuestas. Donde sean.
Por ello, no dudaron en llenar los bolsos y cruzar el Atlántico en cuanto se les presentó una ocasión tentadora.
“Nuestra idea era movernos dentro de Argentina. Pero nos surgió una posibilidad gracias a Emiliano Massarelli (hermano de Luciano, el jugador). Él está viviendo cerca, en Cádiz (España). Hablamos y le consulté por alguna ciudad más pujante. Me recomendó Málaga. Con mi mujer teníamos planeado casarnos, así que lo hicimos en Bahía Blanca. Yo contaba con pasaporte italiano porque nací allá, así que ella hizo sus papeles y nos vinimos a Benalmádena (Málaga)”, detalló Fefo.
“Llegamos sin trabajo ni vivienda, con una mano atrás y otra adelante. Sabíamos a qué nos afrontábamos. Las primeras redes que tiramos fue en el club de Benalmádena”, añadió, contando con la fortuna de vincularse rápidamente con el deporte de los cestos.
“Ahí empecé de asistente. Es un club donde lo formativo se separa entre lo federativo y la escuela. Entré a dar una mano en la escuela. Acá con el turismo hay épocas de mucho trabajo y al mes y pico, el profesor principal agarró un puesto en un hotel y quedé a cargo del equipo de infantiles. Para empezar estaba super contento, imagínate. Teniendo trabajo ya podés hacer los papeles legales de radicación, como para la obra social y darte de alta en el empadronamiento. Con eso se agilizó todo”, repasó Barba (31 años), quien además de diseñar en la tablita, también se calzó los cortos.
“La liga de acá termina en mayo-junio y en 2019 llegué para el final. El equipo estaba más o menos, pero después repuntó, clasificamos al Final Four y salimos campeones. Ascendimos a la primera nacional, que es la anterior a EBA. Así que mejor imposible. Posteriormente, jugué los partidos en primera nacional hasta que apareció la pandemia y después no tuve mucho más ánimo cuando nos pasó la desgracia de nuestra hijita Amaia…”, informó con congoja.
-¿Qué sucedió, Stéfano?
-Iba todo bien en el embarazo. Y en el mes siete-siete y medio, mi señora empezó a tener hemorragias. Fuimos al hospital un domingo, nos dijeron esto, lo otro… Hasta que el jueves nació Amaia. Estuvo todo un día en neonatología, viviendo ese tiempo nada más… No logró resistir. No se sabe bien el por qué. Igualmente, los médicos ya me habían advertido que de haber seguido viva, íbamos a tener un panorama muy feo donde no hubiera sido vida para nadie. De hecho, todavía estamos mal. Pero lo seguiremos intentando.
Bahienses y medallistas
Fefo es acompañante terapéutico y licenciado en educación física. En Bahía estaba vinculado, especialmente, a las personas de la tercera edad (https://www.facebook.com/adultosaccion). Y no quiso apartarse de la actividad.
“Siempre trabajé con adultos mayores y con la pandemia creé un proyecto que se llama Adultos en Acción, donde doy gimnasia para gente mayor por zoom. Yo en mi casa y las personas en sus hogares. Se enganchan. Tengo gente de Brasil, Perú, Argentina…», indicó.
-¿Tu señora también está trabajando?
-Ella es odontóloga, pero no tiene homologado el título. Así que debió hacer el curso de auxiliar dental y está vinculada a esa actividad en la clínica que es de un bahiense: Maximiliano Ballesi.
-¿Conociste a algún bahiense más?
-Está con nosotros Santiago Susbielles y su familia. Él vivía en Madrid, pero después se vino a Málaga porque estábamos nosotros y le gusta la playa. Santi trabajaba en un banco y ahora está en una empresa estadounidense. Nos vemos todos los fines de semana. Ahora íbamos a ir a Córdoba (España), siempre hacemos asados y nos hicimos de un grupo de argentinos. Además, por Málaga andan dos campeones olímpicos: el Colo Wolkowyski, con quien nos hicimos amigotes, y Walter Herrmann. También hay mucha gente de Mar del Plata.
“No estoy retirado”
La entidad en la que se desempeña Barba es el Club Básquet Benalmádena (www.cbbenalmadena.es), que contiene alrededor de 300 jugadores.
“Somos un club de baloncesto fundado en 2006 con la ambición de formar y educar a los niños. Ayudarlos en su desarrollo como deportistas y personas, e inculcar valores como el respeto, compañerismo, esfuerzo y responsabilidad”, es la frase que reza en la página oficial de dicha institución.
-¿La institución se perfila más a lo formativo?
-Sí. Apunta mucho a lo social. Tiene varias categorías. Y esa división de federados y escuela está buena, porque aquellos chicos que van progresando los captan los federados. Es una institución tranquila, sin demasiadas expectativas y usa las instalaciones del ayuntamiento, la municipalidad.
-¿Te retiraste como jugador?
-Hace un tiempo entrené un par de semanas, porque me pidieron que jugara un partido que era importante. Y lo perdimos (risas). No estoy retirado, pero tampoco tan activo. Lo que pasa es que a mí me toca pelearme con los más grandotes, entonces el cuerpo está bastante castigado (risas). Después, seguí como DT del Sub 22. El nivel de chicos en general es de medio. Al tener al Unicaja al lado, los jugadores destacados se los llevan ellos. Pero es lógico, tiene que ser así.
El covid-19
La pandemia nos sorprendió y hartó a todos. Nos acostumbramos al alcohol, el tapabocas y la distancia social. Pero aún no se terminó. Ni aquí ni allá.
“La pasamos mal en España, llegamos a 700 muertes por día. Estuvimos encerrados. A nosotros nos agarró en marzo, abril y mayo, cuando empieza el calorcito. Después, ya es pleno verano, entonces es todo más flexible, igual que lo que vi en Argentina cuando fui este verano”, sostuvo Barba.
-¿Cómo viviste la cuarentena?
-Al principio, iba al supermercado y miraba al de al lado con desconfianza. Acá tenés que ponerte alcohol en gel constantemente. En el auto, si vas con alguien que no es de tu vivienda y no te pusiste mascarilla, te multan. Ahora ya se puede andar por otras regiones, como Andalucía, que estaba cerrada. No te digo que va encaminado a un verano normal, pero sí a algo mejor.
-¿Y la actividad continuó?
–Se puso en duda el inicio de la temporada de formativas, allá por septiembre/octubre. En EBA hacían hisopados antes de jugar y acá cuando había contacto estrecho se marginaba a todo el equipo. España tuvo pico bajo de casos en Navidad y Año Nuevo, pero no le fue nada bien al gobierno siendo flexible y volvió a tomar otras medidas. Los entrenamientos son normales, con mascarillas el DT y los suplentes. Los jugadores al principio no se podían saludar, se aplaudía en general.
-¿Lo tuyo se va inclinando a la dirección técnica?
-Me gustan mucho las formativas y acá tuve una experiencia con los mayores, en Córdoba, cuando el DT principal no pudo viajar. Y me tocó dirigir a mí, al ser el capitán del equipo. Nos fue bien, me respetaron y ganamos. Fue mi debut en mayores. Son experiencias.
-¿Planeás volver al país algún día?
-Hay posibilidades de irnos a Francia o Italia, pero no sé qué haremos. Las experiencias de vida te van llevando y dejamos que el destino también actué. Argentina es nuestro lugar y, por suerte, no tendríamos dramas en cuanto a lo laboral y las amistades. Pero, también es cierto que no está atravesando su mejor momento. Por ahora nos quedamos acá, aunque no cerramos la puerta en absoluto.