Matías Oyhamburo fue el base del tricolor campeón en 2008, 2009 y 2012. Hasta que, al año siguiente, no hubo acuerdo económico para continuar y debió dejar el club de sus amores. Luego vistió la casaca de Estudiantes y San Lorenzo del Sud, cuando previamente había tenido su paso profesional con El Nacional (TNA). Las dolencias físicas lo alejaron de las canchas hace tres años. Igualmente, no descarta continuar ligado a la Maxi Liga. Durante la pandemia, se instaló un aro en el patio y despunta el vicio con viento en contra. Está felizmente casado con Vanina y es padre de Luz (8 años), Ema (4 años) y Juana (cumple 2 en octubre). Acumula once años ejerciendo el periodismo en canal 7 y Apepé. Ahora vive a cuatro cuadras de la casa de sus padres.
Hasta no hace tanto, Villa Mitre venía sufriendo una sequía de títulos insoportable.
Aquella última alegría, allá por 1988, había quedado muy atrás en el tiempo. Era hora de renovar los laureles.
Y, entre tanta apuesta de planteles, nombres y dinero que fueron pasando, por fin sobre fines de la primera década de este siglo comenzó a gestarse una nueva dinastía tricolor ganadora.
El inicio de la misma, tuvo en Matías Oyhamburo al director de la batuta. Fue quien orientó al equipo al tricampeonato de 2008 (promedió 9,4pts en 48j), 2009 (13,4ppj en 43j) y 2012 (10,8ppj en 46j).
Al año siguiente, sin quererlo, debió alejarse de la entidad en la cual se formó, por un cortocircuito económico con la dirigencia. Físicamente ya no retornó, pero su corazoncito sigue allí junto al verde, blanco y negro.
-¿Cuánto hace que no jugás?
-Lo último fue en 2018, en San Lorenzo. Después, me siguió picando el bichito pero me costaba ponerme en forma. Los últimos dos años fueron de muchas lesiones y había perdido un poco el entusiasmo.
-¿Dejaste totalmente de lado la actividad?
-En 2019 jugué la Maxi Liga por Estrella, perdiendo la final. Pero me gustó la competencia, estuvo buena y te saca un poco las ganas. El año pasado estaba para seguir, pero se pinchó todo… Y este año sé que habían empezado pero no me prendí, aunque tenía ganas. En cuanto se pueda, supongo que jugaré en ese nivel.
-El periodismo insume mucho tiempo.
-Sí, pero aparte del trabajo, físicamente ya no estoy. Para jugar el torneo local como me gustaría estar, no tengo ni tiempo ni ganas… Hay que bajar de peso y ponerse 1000 puntos. Tengo 37 ya. Estaba para jugar algún tiempo más, pero me liquidaron las lesiones musculares. Son terribles. Tuve un desgarro en el sóleo y se me hizo crónico. Me recuperaba, arrancaba y otra vez me lesionaba… Estaba podrido de ir al kinesiólogo. Y era siempre en la misma zona. El año de la pandemia estuve re mal de la cintura, hice sesiones, de todo… Lo que me hizo bien fue andar en bicicleta. Levantar peso me mata. Todo eso me fue alejando de las canchas.
Sueño hecho realidad
-¿Cómo analizás la carrera que hiciste?
-La verdad que nunca pensé que podía lograr tantas cosas grupales e individuales. ¡Hasta me di el gustito de estar un año en la selección de Bahía! Para mí fue todo eso. Lo más emotivo fueron los campeonatos con Villa Mitre. Es mi club de chiquito, me pasaba los veranos ahí e hicimos un lindo grupo de amistad. Y ganar con un grupo de amigos es otra cosa. También tuve mi coqueteo con el profesionalismo (El Nacional, TNA, 2004-05). Si bien no fue mucho, fui cumpliendo los objetivos que me planteaba. Nunca me propuse al básquet como algo para vivir, porque no me sobran las cualidades ni las aptitudes físicas. Siempre fue una diversión, que después pasó a ser algo más serio y así me lo tomé. Y di hasta donde me dio el nivel. Quizá si me hubiera dedicado más, podría haberme afianzado en otro nivel, qué se yo. Logré cosas, a mi criterio, mayores a lo que me imaginaba.
-¿Lo del El Nacional fue una temporada sola?
-Sí, estuve a préstamo ocupando plaza de juvenil y estábamos en el TNA. Fue una linda experiencia, un mundo totalmente diferente al torneo local. Me quedaron amigos de esa época, como Seba Farías o Nico Ojeda. Nuestras hijas se visitan y eso es lo que rescato.
-¿Cómo fue en lo deportivo?
-Lindo, una cosa totalmente distinta. Me hubiese gustado tener otra oportunidad. En esa época era más difícil, ahora hay más chances, está todo más organizado ya desde el Torneo Federal. Esa vez me gustó para probar.
-Posteriormente volviste a Villa Mitre.
-Claro. Al año siguiente volví y me quedé ahí. Era la época de Ipucha como DT y estaban Caspe, Lliteras… Me acuerdo que perdimos una final contra Olimpo y una semi contra El Nacional. Después, llegó Michigan (Ferhmin). Ahí ya había decidido quedarme en Bahía y empezar a estudiar, así que si surgía algo de afuera tampoco lo hubiera tomado.
“La gente se identificó”
-¿Lo más rutilante, para ustedes que son surgidos del club, fue ese primer título después de 20 años?
-¡Sí! El primero fue tremendo. Se dieron muchas cosas, habían pasado justo 20 años, veníamos de equipos que costaron mucha guita y que habían generado expectativas, pero no se cumplían del todo. Cuando se armó ese plantel de 2008, nadie daba dos mangos. Era la realidad. Fue como que se disfrutó más y dio origen a una camada que, me parece, empezó a cambiar las cosas en el club.
-¿A qué te referís?
-Desde los jugadores, entrenadores, la dirigencia… Creo que hubo un antes y un después de 2008. En los títulos siguientes, ya teníamos el refuerzo de David (Pineda) y el equipo fue tomando otra forma. Pero creo que se empezó a gestar otra manera de trabajar, de entrenar… No digo de profesionalizarse, pero antes era mucho desorden y desorganización. Y empezaron a cambiar las cosas en el club. Cuando se gana, es todo mucho más fácil.
-Ese primer título lo festejaron como una semana, ¿no?
-(Risas) No sé si tanto, pero se festejó mucho. Fue como un desahogo. Aparte con muchos chicos del club, éramos como 7-8. La gente se identificó mucho con nosotros.
-Sentían la camiseta.
-Ni hablar. Aparte, ese equipo no venía tan bien durante el año. En el primer torneo creo que fuimos cuartos-quintos y en el segundo estuvimos algo más arriba. En playoffs fue que dimos un salto. A medida que pasamos de fase nos hicimos más fuertes. La final fue con El Nacional, pero ya empezaba la rivalidad con Liniers, que venía armando equipos fuertes. Todas las finales eran contra ellos.
-Extrañamente, después se dio tu salida de Villa Mitre. ¿Qué lo provocó?
-En su momento, uno hace las cosas y cree que está convencido y seguro. Después, con los años, mirás para atrás y decís: “podría haber hecho esto, o lo otro”… Esa vez, pensé que lo que hacía correspondía. A la dirigencia le molestó un mensaje que publiqué en las redes, expresé algo público que hoy no lo haría, lo hubiese resuelto de otra manera. Pero eso no cayó bien.
-¿Qué habías puesto?
-(Piensa) Algo así como dando entender que “los campeonatos no tenían valor”. Era un tema económico. Pedí algo, no me lo quisieron dar y mi argumento era que hacía años que venía resignando. Como siempre pasa, los últimos en arreglar son los chicos del club. Y ni siquiera quería ser el mejor pago. Recién me casaba, iba a tener una hija, me mudaba y necesitaba que, esa vez, el club me diera una mano a mí. En su momento me cayó muy mal. Pero fue una pavada, porque se podría haber resuelto puertas para adentro. Incluso, el día que me llamaron para decirme que no me iban a tener más en cuenta, lo primero que hice fue pedir disculpas… Aunque la decisión ya estaba tomada.
-¿Cómo quedó esa relación?
-Viste que dicen que con el tiempo todo se soluciona. Si bien nunca me senté a hablar con ninguno de ellos, he tenido acercamientos con algunos por otras cuestiones, pero nunca hablamos del tema. Ya está, a esta altura no hay que aclarar nada.
La evolución tricolor
-A la distancia, ¿hubieras querido terminar en Villa Mitre?
-¡Obvio, ni hablar! Me hubiera gustado jugar toda la vida en Villa Mitre. Sin irme a ningún lado. Y capaz que, hoy en día, todavía estaría ahí. Mi corazón está en VM. Uno tiene sentido de pertenencia al club y espera terminar donde arranca. O que se valore eso. Quizás es un pensamiento egoísta, pero el club está por sobre las personas. Durante el tiempo que estuve espero haber dejado una marca, que los que tuvieron contacto conmigo tengan un buen recuerdo, que haya sido un buen compañero, o profe o un ejemplo de sacrificio, cuidarse, entrenarse… Después, el resto de las cosas, lo que piense cada no lo puedo manejar.
-Estando fuera del club, ¿estabas pendiente de Villa Mitre?
-Fue raro. Porque tenía amigos en el plantel y quería que les vaya bien. Y, por otro lado, tenía esa bronca con la dirigencia… Estaba muy manija. Con el tiempo, entendí que hay cosas que no se pueden controlar. A las finales siguientes no fui a verlas. No soy de ir a las canchas.
-Con Estudiantes tuviste buenos años.
-Sí, estuvimos peleando, fuimos muy competitivos. La pasé re bien, es un club hermoso, la gente muy amable y no hubo problemas. Deportivamente estuvimos cerca, perdiendo con Villa Mitre pese a que lo tuvimos contra las cuerdas.
-¿Te insultaron mucho?
-¡Sabés que no! Había un par que no me querían mucho, plateístas (risas). Pero el resto de la gente no. Durante los años que fuimos campeones, la gente lo valoró. Tengo a muchos conocidos ahí y hasta familiares. Aparte, siempre fui respetuoso, no hacía gestos ni gritaba los dobles. Mi tema había sido con la dirigencia, no con la gente.
-¿Te imaginabas esta actualidad de Villa Mitre?
-No sé si tan así. En esos años con Michigan nos dábamos cuenta de que algo estaba cambiando, en la manera de hacer las cosas. Cuando participamos en la Liga B y perdimos la final con Estudiantes (Olavarría), creo que si ascendíamos, todo este proceso se aceleraba. Todo el mundo sabía que VM contaba con la infraestructura y tenía todo para lograr algo como lo actual. También creo que, en alguna parte, también tuvo que ver la forma de trabajar de Bahía Basket. Eso contagia, en profesionalizar ciertas áreas y ahí también hay un efecto contagio.
Tu eres el Doc, Mati
-Ahora te conocen como el periodista.
-En el canal 7 llevo once años. En principio, cuando empecé a estudiar, nunca me lo imaginé como una salida laboral, lo hacía como algo más aparte del básquet. Tuve suerte de conseguir una pasantía gracias a “Gonzalito” (Rubén González) que tenía relación con Quiroga, necesitaban gente y me recomendó. Siempre estaré agradecido a él. Había estudiado periodismo deportivo y, de un día para el otro, pasé a hacer otro tipo de coberturas. Te diría que aprendí más en la práctica que en la teoría.
-No tengas dudas.
-Es así. Y hace 3-4 años, con tres colegas más, lanzamos la aplicación Apepé, con la idea de aprovechar los dispositivos móviles como herramienta de trabajo. Es como una apyme propia, administrada, que nos permite hacer contenidos de otra manera, mientras cada uno tiene su trabajo. Tocamos temas que otros no les dan tanta bola. Además, a mí siempre me gustó mucho lo relacionado a la ciencia y empecé a contactarme con un muchacho de Buenos Aires. Hacemos un programa en la plataforma de la página donde él hace el análisis con datos y demás, entrevistamos a físicos, investigadoras… Ahí encontré un nicho en el que nunca pensé, pero estoy re metido y le doy mucha bola. El día de mañana, cuando pase todo, haremos algo sobre ese tema con otro formato y estética. Me gustaría generar un espacio para que los investigadores y científicos cuenten lo que hacen e inventan. Descubrí que es algo que me gusta.