El Narigón (47) se forjó un nombre en el básquetbol bahiense. Quizá nunca tuvo los reflectores apuntándole de lleno, pero su trayectoria es codiciable. Participó de todas las selecciones formativas. Llegó a actuar en Liga Nacional. Y pudo haber extendido su participación por mucho tiempo más, de no haber existido ciertos obstáculos. Su amor por Pacífico le colma el alma. También tiene amplio cariño por Comercial y 9 de Julio. Y no buen recuerdo de Barracas. Actualmente, colabora con Argentino y acompaña a su hijo Tomás (14). También despunta el vicio en la Maxi Liga, donde su equipo posee el reinado. Su esposa (María Pilar) es prima de Manu Ginóbili y se frecuentan cuando se da la ocasión. Fuera del rectángulo, continúa con la función de su padre en la empresa dedicada a la filmación de eventos.
En 1983, Eddie Pallottini estaba por cumplir 9 años.
Y como obsequio, la vida le sirvió en bandeja un balón anaranjado y un club como Pacífico.
Sería el combo ideal para colmarle el corazón.
Ese romance con el básquetbol y el verde, fue agigantándose a medida que incorporaba fundamentos y valores.
Las condiciones ya venían desde la cuna.
“Empecé en Premini y en Pacífico estuve hasta el ’90”, recordó.
“Ahí me vendieron a Olimpo, donde jugué la Liga ’91-92. Ese fue mi mejor año. Entrenaba todos los días con Terry Coner y, cuando volvía a mi categoría, sentía que los ‘caminaba’ a todos por arriba. Volaba”, reconoció el Narigón.
“Digo que ese año fue el mejor por lo de la Liga y, aparte, porque tuve un muy buen Provincial de Cadetes con Bahía. Ello me llevó a la selección de Provincia y estaba en la preselección argentina. Pero no llegó a jugarse ni el Argentino ni el Sudamericano”, lamentó el ex base, que el 12 de mayo llegó a los 47.
-¿Por qué? ¿Qué pasó?
-Porque después de organizar el Mundial del ‘90, la CABB tenía unos quilombos bárbaros y esos campeonatos nunca se disputaron. Argentina no presentó equipo. Me acuerdo que para ir al Argentino, de provincia de Buenos Aires estaban Carlos Fernando Rodríguez (Mar del Plata) y Federico Prando y Gonzalo Laphitzborde de Chivilcoy.
“Me quedó la espinita”
-¿Y lo mejor en el certamen local?
-Tengo muy buenos recuerdos de Pacífico. De hecho, hasta el día de hoy tenemos amistad y hasta un grupo de WhatsApp. Es el grupo de chicos que fuimos campeones desde Mini hasta Cadetes. Creo que la ’73-74 fue la única camada de Pacífico que ganó todo, con el Colorado Furland, el Negro Candia, el Ruso Montero, Ramiro Puente, Tufi Vieli, Seba Mazza, Walter Ugolini… Un equipón. Como DT tuvimos a Néstor García, después (Daniel) Frola, Jorge Álvarez…
-¿Estando en Pacífico, se te salían los ojos de ver a Richotti en su mejor época?
-Siempre digo que no tuve ídolos, más allá de mi viejo (Hugo). Pero, ¿por qué? Porque a Marcelo lo veía todos los días en el club, para mí era algo común. Es como le pasa a mi señora con Manu: es el primo y se criaron juntos. A mí Richotti hasta me dirigió en Premini. Sí es cierto que lo disfrutaba a morir y no me perdí un partido de la Liga Nacional. Con esa banda que te decía de mi categoría, nos poníamos atrás del banco de suplentes, apoyados en los hombros de los jugadores. Me crié viéndolos entrenar. Fue una época inolvidable y hermosa. Después, tuve la suerte de tener un mano a mano con Marcelo en un clásico. Yo en Olimpo y él en Estudiantes. También me di el gusto de enfrentar a Milanesio.
-Posteriormente, pasaste por varios clubes.
-Sí. La pasé muy bien y me trataron bárbaro en Comercial (6 años). En 9 de Julio (5) también, con mis amigos Temporelli, Zilio y Diego Costa. En el Puerto ascendimos en el ’94, ganándole al Bahiense del Norte de Manu en el ascenso/descenso/permanencia. Otro año que disfruté mucho fue el 2000, cuando perdimos la final de Segunda contra Alem y después subimos a Primera en cancha de Estudiantes, que bajó… Era un grupo de amigos: Juani Mulvihill, mi hermano (Baltazar), Chuni Fernández, Passeti, De Cascos, Amatte…
-¡El año que llegaste a Comercial, ascendieron!
-Exacto. Termino jugando en Segunda porque se me cayeron un par de oportunidades. En el ’92, Pocha Coleffi me llamó para Deportivo Roca y en Olimpo no me dejaron ir. Y en el ’93, Néstor García me quiso para Peñarol, pero Olimpo pidió una fortuna. No me acuerdo el número, pero era algo irrisorio… Entonces, surgió para irme a disputar la Liga B a Costa Sud (Tres Arroyos), pero terminé jugando en Segunda. Ahí bajé los guantes en cuanto a lo profesional.
-Pudiste haber sido campeón de la Liga con el Peñarol ‘93-94.
-Exactamente. Y en Deportivo Roca podría haber ascendido a la A (campeón del TNA ’92-93).
-Cierto. Y en Peñarol hubieras compartido equipo con Richotti.
-Exacto. Y con Néstor (García) que me enseñó todo. También estaba como asistente Marcelo Plá, que me había tenido en el ’92 en Olimpo. Fue la espinita que me quedó. Porque quizás iba a Roca o Peñarol, me seguía entrenando, jugando en ese nivel y podría haber tenido varios años de Liga. Después, el basquetbol dejó de ser mi prioridad. Pasó a ser un hobbie, como hasta hoy en día. Lo tomé como algo que me gusta hacer.
-¿Y por qué en el ’94 caíste en Segunda y no en Primera?
-Después de todas las cosas que pasé en Olimpo, no terminé muy bien… Mi viejo terminó comprándome el pase a mucho, pero mucho menor valor de lo que le habían pedido a Peñarol. Ahí, Freddy Zeppa me iba a llevar a Costa Sud (TA) que jugaba en Liga B y donde él estaba dirigiendo. Cuando estaba por firmar, nos cerró el libro de pases… A su vez, Freddy asesoraba a Comercial y como con Costa Sud entrenábamos ahí, una semana antes de empezar la Segunda arreglé en White. Tuve un gran año siendo el goleador del torneo y ascendiendo a Primera. Tenía 19/20 años. Al año siguiente (1995) perdimos la final contra Napostá. Si bien cobraba para jugar, el basquetbol pasó a ser un complemento.
Pasado, pisado
-¿También es una espina no haber estado en la selección mayor bahiense?
-No. Estuve en todas, desde mini a Maxi Liga. Desde esos años no tuve la ambición de vivir del básquetbol como tenía a los 15/16/17 años. Todas las cosas que me fueron pasando, sobre todo en Olimpo, me fueron bajando el ánimo para seguir intentando. Pero jugué 20 años en Primera, que no es poco para nada, fui campeón, ascendí un par de veces… Estoy contento. La espina es haber podido probar en el máximo nivel y haberme mantenido.
-¿Oficialmente lo último fue en Comercial ‘08?
-En Barracas `09. Se formó un equipo de amigos cuando el club volvió a afiliarse. No nos fue muy bien. Encima, mi hermano (Baltazar) se cortó los (ligamentos) cruzados en mayo y yo en octubre. Y una vez que pasó eso, dije: “listo, no juego más”. Podría haber seguido, porque tenía 35 años. Pero siempre me puse el objetivo de jugar 20 años en Primera y ese año los cumplí: del `90 a `09. Mi nene tenía dos años y medio y ya no tenía ganas de llegar a las 23.30 a casa todos los días… Hice la rehabilitación de la rodilla, estuve un año sin hacer nada y arranqué en la Maxi Liga a divertirme con amigos.
-Me acuerdo que Barracas no se portó bien con sus lesiones, ¿no?
-No, para nada. Pero ya es capítulo cerrado, lo he hablado… Nos prometieron un montón de cosas y no cumplieron ninguna. Son cosas que suceden y tenés que estar preparado para que te pasen.
¿Sangre verde o celeste?
-¿Con el tema laboral arrancaste de chico y ahora te dedicás de pleno?
-Exacto. Arranqué esporádicamente cuando tenía 18/19 años, al igual que mi hermano. Pero ya en el ’98-99 me metí de lleno y es lo que hago hasta hoy. Es mi medio de vida. Algo de laburo hay. Si volviera el deporte, con el streaming estaríamos re bien.
-¿Es algo que te permitió conocer diferentes lugares?
-No tanto. He hecho viajes por laburo, pero no afuera. Todo lo que he viajado al exterior fue para pasear y conocer lugares con la familia o amigos, que es lo más lindo. Mientras se pueda, viajar es lo que más me gusta hacer.
-En cuanto a lo basquetbolístico, ¿cómo papá sos muy exigente con tu hijo Tomás?
-No, para nada. El nene siempre quiso jugar en Argentino porque tenía un amiguito de María Auxiliadora que iba ahí. Entonces lo llevé. Cuando vi que le gustó, pasado un año y pico, le consulté de cambiarlo a Pacífico, mi club. Y me respondió: “mi club es Argentino”. Así de tajante. No le pregunté nunca más. Ahora acaba de cumplir 14. De alto, está como yo o un poquito más también.
-Es muy lindo club Argentino.
-Hermoso. Terminé siendo dirigente de Argentino y estoy re contento. Es una familia hermosa y me siento como si hubiese nacido ahí. Igual, cuando el nene juega contra Pacífico, entro al club y se me pone la piel de gallina. Me crié ahí. Por más que el verde esté cambiado, las paredes son las mismas… Es movilizante.
-¿Ahora notás que hay menos sentido de pertenencia de los chicos?
-No sé… Ahí en Argentino, sobre todo en la categoría de mi hijo y alguna superior, los chicos se identifican mucho con el club. Ahora el Pela Marín eligió volver de La Plata a Argentino… Son varios los que siempre están preocupados por el club, como Nico Paletta. Con respecto al juego, uno siempre dice “mi equipo de Cadetes agarra al campeón de cadetes de ahora y le saca 30”. No sé si es tan así. Uno se queda con esa imagen, pero los pibes de ahora vuelan. Antes pensábamos más. Hace varios años que veo partidos de menores y hay veces que me digo “les sacamos los aros 5 minutos y no se dan cuenta”. Corren, van, vienen, saltan, llegan, tiran, defensa asfixiante… Es la forma de jugar actual. Son épocas. En mi época me gustaba más cómo se jugaba al básquet. Pero ahora no los aguantaríamos físicamente.
-¿Cómo estás viviendo esta etapa de Maxi Liga?
-Somos una dinastía, según nos dicen el Cabezón Palermo y Ulises (Agulló). Ganamos un montón de veces. Entre LAB y Maxi Liga, llevamos 7-8 torneos ganados desde 2012. Incluso, varios torneos dando mucha ventaja de edad, porque en el último año promediamos 45 años en la liga de +35. Se juega lindo, a otra velocidad por supuesto, pero se juega al básquet. Tenemos la necesidad de competir. A mí me gusta ponerme la camiseta, que haya árbitros… Para los que nos criamos compitiendo, competir es fundamental.
-Y una vez que ganás, no aceptás otra que volver a ganar.
-Ni hablar. Hemos perdidos semifinales o finales y nos vamos re calientes. Se nos pasa más rápido que antes, pero en el momento querés ganar y dejas todo. Te olvidas de que es amateur y que sos conocido de toda la vida de tus rivales.
Eddie Pallottini tiene «grabada» toda su carrera.