El DT bahiense Gabriel Schamberger, formado en Bahiense del Norte, está afincado en Chile desde hace una década. Formó su familia, aunque sus raíces continúan en nuestra ciudad. En ese lapso, no sólo se consolidó en la dirección técnica de mayores subiendo escalones a pasos agigantados, sino que es uno de los coachs más exitosos: reúne tres títulos de Liga Nacional, varias Copa Chile y hasta intervino en la Liga Sudamericana con equipos diferentes. Pero, también, vivió la contracara a flor de piel. Por diferencias económicas, dirigenciales o vaya a saber cuáles -ni el protagonista supo exponerlo- jamás logró una permanencia prolongada en ningún club… De hecho, hasta estuvo desocupado algunos años. Como actualmente, porque gracias a la bendita pandemia, todavía nunca pudo debutar en el Deportivo Tinguiririca de la segunda categoría trasandina.
Como la vida, el básquetbol tiene sus vueltas. Sus subibajas.
Lo que ha vivido el bahiense Gabriel Schamberger, durante la década que lleva radicado en Chile, tocó tanto el extremo Norte como el Sur.
“La primera vez que vengo a Chile fue en 2009, como asistente de Jorge Álvarez (también bahiense) en la Universidad de Concepción”, inició contando.
“Después, volví a fines de 2011. Viajé en la misma noche en la que ganamos en cancha de Olimpo y ascendimos con Napostá. En realidad, terminó el partido y me llevaron hasta la ruta, porque el colectivo ya había salido. Así que con la camioneta de Palito Stemphelet íbamos corriendo al micro para subirnos”, recordó Pantera.
-Desde ese momento, ¿no te moviste de Chile?
-Me instalé con la familia, pasamos la Navidad y desde ahí estoy radicado en Concepción. A Bahía Blanca volví unas tres veces, pero sólo de paseo.
-¿Enseguida llegaron los éxitos?
-Fue medio raro, o rápido (risas). El primer equipo que dirigí fue una filial de la Universidad de Concepción, que se llama Virgilio Gómez. Esa vez faltaba un equipo para completar el cupo de la ex Dimayor, nos consultaron y agregaron a nuestro equipo. Después estuve un año sin básquet profesional.
-¿Cómo siguió todo?
-En 2014 me llama la “UConce” porque Jorge (Álvarez) había completado su contrato. Me preguntaron si estaba interesado en hacerme cargo del equipo. Por supuesto que me interesó, hablé con Jorge y me dijo que ya había cerrado su vínculo. Allí llegué a la “U” por segunda vez, como en 2009, pero en este caso como entrenador jefe.
-¿Qué objetivos te exigieron?
-Al principio era para dirigir lo que se llama Libcentro, el torneo que lo integran solamente jugadores nacionales. Lo ganamos. Inmediatamente empezó la Copa Chile, con los dos mejores equipos de la zona Centro/Norte (de Concepción para arriba) y los dos de la zona Sur. También la ganamos. Y, cuando estábamos preparando el equipo para empezar la Liga Nacional, a mi asistente Sandro Figueroa y a mí nos informan que no íbamos a seguir…
-¿¡Cómo!?
-Sí, como te digo (risas)… No sé por qué motivo de índole del marketing, no sé qué excusa pusieron… Y se terminó la etapa de Universidad de Concepción. Nadie lo entendió, pese a que hacía no sé cuánto tiempo que no obtenían títulos, ni clasificaciones a un torneo internacional, que al final no jugaron y fue Leones de Quilpué.
-¿Ahí es cuando aparece Colo Colo?
-Más o menos a los dos meses, estaba almorzando con la familia, me suena el teléfono y me dicen: “Te habla el presidente del Colo Colo”. Realmente pensé que era una joda: le dije, “dale, ¿Quién habla?”, (Risas). Imagináte, yo era nuevo acá y el Colo Colo es como si fuera Boca en Argentina. ¿Cómo iba a pensar que podía llamarme el presidente del Colo Colo?
-¡Qué increíble! Un golazo para vos.
-¿Qué te parece? Entonces se presentó y me dijo que había hablado con el presidente de la Federación chilena, alguien que me conocía y le gustaba mi trabajo. Por medio de él se da la opción del Colo Colo. Entonces, obviamente, que le digo que me interesa y que cuándo tenía que presentarme. “Ayer”, me respondió (Risas). Entonces, viajé a Santiago y en un día acordamos todo.
-¿Tenías tu cuerpo técnico armado?
-En Colo Colo me sugirieron si podía mantener parte del cuerpo técnico anterior, que es algo que normalmente no hago. Igual probé una semana a los que estaban y no me convencieron. Les dije que lo armaba como yo quería: llevé a Sandro Figueroa, que ya era mi asistente y como profe al Negro López (también bahiense). Ellos empezaron a trabajar como a mí me gusta.
-Y ahí también te empezó a ir bien.
-Colo Colo me llamó porque el DT anterior tuvo problemas con los jugadores y malos resultados. A mí me dan un equipo ya armado, con jugadores de carácter y trayectoria. Creo que caímos bien, poniendo las cosas claras en su momento. Me acuerdo que perdimos los dos primeros y nos fuimos acomodando pasando los partidos. Tuvimos a un tremendo extranjero (McCullough), que luego se fue a Argentina y gracias a Dios nos fue bien. Fuimos campeones de la Liga ganándole al Deportes Castro de Daniel Frola (otro bahiense). En esa serie final perdimos ambos en Castro, en Santiago nos pusimos 2-2 y ganamos el quinto en Castro, cuando ellos tenían una localía invicta de no sé cuántos partidos. Ser campeones de visitantes es algo llamativo acá.
-¿En semifinales te tomaste revancha de “UConce”, que te había cesanteado tiempo atrás?
-Sí, también eso fue realmente raro… Nosotros en Colo Colo no habíamos terminado bien la fase regular y, por eso, siempre definíamos de visitantes. A ellos les ganamos el primero en Concepción. El segundo nos ganaron y nos expulsaron a McCullough y a Erik Carrasco. Encima, el otro extranjero (Pervis Pasco) que era una bestia, se fracturó un dedo al engancharse en la red tras una volcada… Volvimos a Santiago 1-1 y con tres titulares menos. Nadie pensaba que podíamos ganar. Pero Colo Colo es una locura, en la cancha la gente está colgada de todos lados… Y con todos nacionales y chicos que venían alternando, les ganamos. Al otro juego, ya con McCullough y Erik Carrasco, pero sin Pasco, también triunfamos y cerramos la llave 3-1. Fue el batacazo de la Liga.
-¿Seguiste un año más en Colo Colo?
-Sí, todo 2015 donde obtuvimos la Copa Chile y fuimos subcampeones en Libcentro. Al otro año, Colo Colo empezó con problemas dirigenciales y económicos (se le restaron puntos por sueldos impagos). Se fueron algunos jugadores y se desarmó el equipo… Fue el último año de Colo Colo en la Liga.
-Llegaste a jugar la Sudamericana.
-Sí, jugamos a nivel internacional y estuvimos palo a palo con Uniceub (Brasil), a un partido de pasar a la segunda ronda. Perdimos con Quilmes (96-73), que venía último en la Liga Argentina y ese día fue una locura, la metían de todos lados…
Corriendo a los ladrones
-Ya en 2017 te mudaste a Talca, para orientar al Español.
-Sí, también heredé un equipo armado y la Liga empezaba 15-20 días después de que llegué. Solamente pude elegir a un extranjero, porque el otro estaba comprometido. Uno siempre va con las mejores expectativas y estábamos bien armados, pero no éramos los favoritos. El grupo se hizo muy fuerte y unido. Tuvimos muchos problema de índole económico, como viajar el mismo día en partidos que no eran tan cerca…
-¿La historia tuvo un final feliz?
-El día de la final de conferencia, en Talca, estábamos 1-1 contra Leones (Quilpué). En el entrenamiento del mediodía nos entraron a robar al camarín: se llevaron ropa, mochilas, celulares… Algunos tenían los GPS prendidos, así que salimos a buscarlos en los autos, hasta que nos metimos en algunos barrios de Talca medio complicados… Fue una película de terror. Ese día igual obtuvimos el partido, la conferencia y clasificamos para jugar la final con Deportes Castro, con desventaja.
-¿Cómo fue eso?
-Era al mejor de siete, ellos se pusieron 2-0 y lo empatamos 2-2 en Talca. En el quinto, en Osorno, nos sacaron más de 20 a la mitad del 3C. Pero lo empezamos a levantar, a emparejar y lo ganamos. Y en el sexto, en Talca, fuimos campeones en nuestro estadio (Cendyr Sur), que fue de los últimos que se construyeron. ¡Literalmente se movía! Español es el más ganador de la Liga, pero hacía 5 o 6 que no festejaban. Fue una locura todo lo vivido. Ahí también jugamos la Liga Sudamericana: en la zona nos tocó Mogi Das Cruzes, Paulistano y San Lorenzo. Nos mataron, imposible jugar contra ellos.
Campeonato sin fin
-¿Lo último tuyo fue en Puerto Montt?
-Después de Talca, estuve un año sin Liga (2018). Dirigí a Deportes Concepción, un club amateur con muchas ganas de subir por los escalones de la liga, algo que se negó por esto de la pandemia. Ahí, Puerto Montt estaba buscando DT y me llamaron.
-Convocaste a Diego Gerbaudo en uno de sus peores momentos…
-Sí, era un plantel que no me convencía mucho y mi única opción fue cesantear a los extranjeros. Cambié a los tres. A partir de ahí, mejoramos y entendieron mi idea. Vino Diego Gerbaudo, que en Argentina estaba suspendido por un supuesto doping del que nada que ver (había tomado un té de coca)… Me contacté con Sepo (Ginóbili), me dio las mejores referencias y ni dudé en traerlo. Estaba con muchísimas ganas, porque en Argentina solamente podía entrenarse. Con él cambió la forma de jugar, sumado a Durrell Summers y Eugene Teague más Manny Suárez, que venía de España. Empezamos a ir para arriba. Ganamos juegos bien complicados y clasificamos a la final de conferencia de 2020. En esa semana (16 de marzo) se paró todo por la pandemia.
-¿Esa instancia quedó trunca, no se juega nunca más?
-No creo, ya fue… Me parece que se podría haber resuelto, haciendo burbujas como en otras partes. Algunos lo propusieron, con los cuatro de la Norte y la Sur. Quedó ese sabor amargo, estábamos bien encaminados para dar que hablar.
¿Irá por el ascenso?
-“Porque queremos la gloria, tendremos que ser protagonistas de la mano de un multicampeón. Bienvenido a TSF”. Con esa frase te recibieron en enero de este año, en el Club Deportivo Tinguiririca San Fernando, de la segunda división?
-Sí. En Puerto Montt la historia es larga, pero me desvinculé por un tema económico. El club decidió quedarse con otro DT argentino (Carlos Musso), que trabaja en las menores hace años. Le dieron unos pesos más para que se hiciera cargo. No me gustó cómo manejaron eso. De hecho, a mí nunca me lo plantearon, sino que me enteré por la prensa…
-Sin club, hasta que apareció Tinguiririca.
-Cierto. La Liga Nacional arrancó en diciembre de 2020 y la segunda división comenzaba en febrero de este año. Me llamaron en enero de San Fernando, arreglamos y por todo este tema de la pandemia todo se fue postergando. Es el día de hoy que no sabemos cuándo comenzará el campeonato… A la Liga Nacional le deben quedar dos-tres fines de semana de etapa regular.
-¿Pero, por qué nunca empezó?
-No se sabe. Están presentados los permisos que entrega el ministerio de salud y la Liga para empezar a entrenar. Y muchos equipos entrenan de diferentes formas. En San Fernando están esperando la autorización de la Liga. Es difícil la situación porque hace un año y medio que no tengo actividad y estoy subsistiendo. Entrenamos vía zoom. Pero no hay fecha de inicio.
-¿Qué sabías de la segunda división? ¿Es rústica?
-Mirá, ahora algunos jugadores de Liga están en esta categoría por comodidad, para no moverse mucho de sus casas debido a esta situación. Algunos lo hacen por trabajo también. Los demás, son chicos jóvenes que están empezando a dar sus pasos dentro de un torneo semi profesional. Indudablemente es otro el nivel. En esta competencia hay un extranjero y de mucho menos presupuesto que los de Liga. Pero, ya te digo, hay muchos jugadores de liga que prefieren no moverse mucho de su lugar de residencia. Son ocho equipos y cuatro están bien armados, con intenciones de ascender.
-¿Sube solamente el campeón?
-Sí, uno solo. Ese equipo, de jugarse a mediados de septiembre, se engancharía a disputar una Supercopa. Y ya formaría parte de la próxima Liga Nacional.
-¿Estás conforme con el plantel que armaste?
-¡Uno nunca está conforme y siempre pretende algo más! Pero, sí. Me faltaría un pivote extranjero que realmente sobresalga y así tener más chances. Pero no depende solamente de mí.
“Algo faltará”
-Viéndolo a la distancia, te has hecho un nombre allí y con varios lauros. ¿Cómo pueden entenderse todas las vicisitudes que atravesaste y que tu presente sea en la segunda división?
-La verdad que es raro. Indudablemente algo faltará, no lo sé. Porque mientras estoy en un equipo, todos son halagos. Y, después, todo eso no sirvió, o queda en la nada al momento de renovar antes de que empiece la temporada. Nunca supe cuál es el motivo. Tengo buena relación con todos en general.
-¿Será así la idiosincrasia del chileno?
-No, porque hay entrenadores que están hace 5-6 años en un mismo club. A algunos los mantienen. En Valdivia esta Manu Córdoba, que es argentino, hace 6-7 años, Jorge (Álvarez) siempre ha tenido equipo, Gustavo Noria está en Quilicura y (Emiliano) Cucchetti en Ancud, que estuvo un poco alejado del básquet pero ahora volvió. ¡El único raro soy yo acá (risas)!. De reinsertarme espero tener una seguridad laboral y económica de equis cantidad de años, para poder desarrollar un proyecto más serio y parecido a lo que se hace en Argentina.
-¿Tiraste el ancla en Chile o soñás con volver a Bahía o Argentina?
-Uno lo tiene siempre en la cabeza. La realidad pasa por otro lado. En Argentina, no creo que esté muy metido en el círculo de la Liga. Hace mucho que no estoy, ni tampoco tuve mucho paso por la Liga. Para ese nivel, no creo que haya muchos dirigentes que piensen en mí como opción. Aunque a uno le gustaría, al menos, intentar en una liga de mayor nivel. Sería un lindo desafío probarme y ver si estoy a la altura. También uno piensa en la ligas de Venezuela o México, por ejemplo, donde hubo varios argentinos. Darse ese gustito de ir a una liga más profesional que la chilena.