Facundo Santellán puede ser un innoto para muchos de los que forman parte del ámbito basquetbolístico. El ex centro se desempeñó siempre en el club Independiente, integró el seleccionado bahiense de Juveniles que disputó el Provincial de Punta Alta en 2002 y al otro año emigró a estudiar a La Plata. No sabía hacerse ni una milanesa. Hoy, casi 20 años después, tiró el ancla en la ciudad de las diagonales. Abandonó la práctica activa hace casi 10 años y acaricia los 37. Está en pareja con Dulcinea. Cumplió sus estudios de comunicación social y fue haciéndose camino al andar en la profesión hasta llegar a su pico actual: es el jefe de prensa de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Habló del amor mutuo que se dispensan los triperos con su coterráneo Leo La Bella. Pero, principalmente, nos dejó pinceladas y envidiables momentos vividos al lado de nada menos que Diego Armando Maradona, ex DT del Lobo: viajaron, convivieron y lo terminó amando, cuando su idolatría hacia el “10” tenía sus prejuicios antes de conocerlo personalmente.
¿Quién es Facundo Santellán?
Repasemos:
*Es un bahiense que empezó a jugar al básquet de adolescente y que siempre vistió la viola de Independiente.
*Es un grandote que en septiembre cumplirá 37 años, que mide 1m94, que pesa más de 100 kilos y que integró la selección de juveniles albiceleste en el Provincial de 2002.
*Es alguien que a los 18 años decidió irse a estudiar comunicación social a La Plata, sin imaginar que a esta altura llevaría casi más años allí, que en su ciudad natal.
*Es quien asume el cargo de jefe de prensa y comunicación del club Gimnasia y Esgrima de La Plata.
*Y es el último bahiense que estuvo al lado de Maradona, nada menos. En el tramo final de la vida del “10”, como DT tripero, “Changu” estuvo cerquita, pegadito a Diego permanentemente para cumplir su función.
La figura de Santellán no pasa desapercibida. Pero lo que, de ahora en más, resaltará más sobre él en nuestra Bahía Blanca, es que resultó ser el último de los nuestros en relacionarse con el astro.
Con Maradona pegó onda, inició una cordial relación, compartieron viajes, prácticas, conferencias de prensa, momentos… Momentos que cada día cobran más valor y que Facundo atesorará en su alma desde que la vida de Diego se apagó, aquel 25 de noviembre de 2020.
Porque el envidiable privilegio de haberlo conocido, amén de erizarle la piel, le hizo rever su opinión para con él.
“Acá estoy, esperando a ver si me deja alguna secuela la vacuna, vengo de ponerme la Sinopharm. Si me agarra sueño, me tiro en la cama y no le atiendo el teléfono a nadie”, fue el primer comentario de Santellán tras contestar la llamada.
-En Bahía jugaste nada más que en Independiente, ¿no?
-Jugué en el viola hasta 2002, ese año estuve en la selección que jugó el Provincial juvenil de Punta Alta. En realidad, empecé de grande, en Infantiles, medio de casualidad. Iba a la Escuela Nº 34 y hacíamos Educación Física en Estudiantes. Un día me vieron y me dijeron de empezar ahí. Fui a la escuelita, pero había un mix de edad y me aburrí. Al otro año, un par de amigos que iban conmigo a la escuela jugaban en Independiente y arranque ahí. Ya en 2003 me vine para acá, a La Plata.
-¿Te fuiste a estudiar?
-Claro, vine a estudiar comunicación y mientras tanto jugué en Atenas.
-¿Nunca más volviste a Bahía?
-No. Solamente para visitar a la familia y cada vez por menos tiempo…
-¿Y por qué se dio de radicarte allá?
-La realidad es que empezás a conocer gente y te llegan las oportunidades laborales. Tuve la suerte de trabajar siempre, incluso mientras estaba estudiando. Y es como todo: una vez que entrás en el circuito… En algún momento se me cruzó por la cabeza volver a Bahía. Pero, ¿qué iba a hacer en Bahía? Si acá estoy trabajando, que sé yo… Era como que todo estaba dado acá. Y, después, te ponés a ver y el año que viene voy a tener más años viviendo en La Plata que en Bahía.
-¿Hasta que edad jugaste?
-En Atenas estuve los dos primeros años y después me fui al CEYE (Centro de Estudiantes y Egresados) de Berisso, que es una ciudad pegada a La Plata, a 10 kilometros. Creo que ese equipo jugó en la Liga B, en sus inicios. Luego me pasé un año a Platense, pero porque el entrenador era un amigo… Jugué hasta los 28-29 años.
-¿Tuviste que dejar por temas laborales?
-Cuando estuve en CEYE entrenaba a los menores, pero ya estaba en los últimos años de la carrera y se me complicaban los tiempos. Así que hasta ahí llegue. Todos somos “vagos”, pero llega un momento que decís: “listo, no quiero faltar más a entrenar”. Había días que tenía que rendir y de Berisso llegaba pasada la medianoche. En Bahía me iba a la escuela, después al club, tenía todo en la mochila y si llegaba a casa a las 23, mi vieja me esperaba con la comida. Acá tenía que llegar, bañarme, cocinarme… Cuando me venía para La Plata, mi vieja me agarró y me dijo: “las milanesas se hacen así, los fideos así…”.
-¿Cómo seguiste con los trabajos?
-Un día me llamó un amigo y me dijo: “Escúchame, pásame tu curriculum”… Le pregunto: “¿A dónde lo vas a mandar?”… En ese entonces yo hacía algo de comunicación, informal. Y me dijo: “El hermano de un amigo mío es el gerente de marketing de Gimnasia y está encarando un proyecto que a vos te va a gustar”. Bueno, listo. Me llamaron, charlamos y empecé a trabajar a fines de 2012, principios de 2013.
-¡Hace bastante ya!
-Sí. Primero arranqué en marketing, en un proyecto que se estaba armando de digitalización y temas virtuales que ahora son comunes, pero en ese momento no tanto. Al tiempo, el jefe de prensa de ese momento me convoca para ser parte del equipo, aunque yo estaba cómodo en marketing. Ahí me pasé a prensa y ya quedé. Hace dos años me acorralaron y me dijeron que era el momento de que me hiciera cargo de la jefatura. Yo no quería, pero en 2019 hubo elecciones en el club y renovó el presidente actual (Gabriel Pellegrino). Ya me habían dicho que si eso pasaba, yo iba a ser el jefe de prensa.
-Te querían sí o sí en el cargo.
-En febrero 2019 renunció el jefe de prensa y, por diferentes cuestiones, no agarró nadie hasta las elecciones. Ahí me dijeron que me haga cargo, venía esquivando las balas… Entonces, les dije que entrevisten a todos los que quieran y, si no encontraban a nadie, charlábamos. Mi novia en ese momento trabajaba en política y no sabíamos dónde iba a ir a parar, posiblemente podría quedarse sin nada también, por eso yo no podía asumir tanta responsabilidad. Y, yendo a Bahía, en una estación de Las Oscuras, me llamaron: “listo Facu, hicimos las entrevistas y ninguno nos convenció. Tenés que ser vos”. Yo estaba de vacaciones, así que tuve que volver el 2 de enero al arranque de la pretemporada… En ese momento estábamos viviendo el boom Maradona. Soy el jefe de prensa y comunicación del club Gimnasia y Esgrima de La Plata.
-Eso lo desconocía, pensé que estabas sólo en el área de básquetbol…
-Pasa que soy culo inquieto. La realidad es que en el básquet estoy, más que nada, porque me apasiona y ya me conocen.
-Debe ser una ardua tarea afrontar ese puesto, ¿no?
-Es un caos… Imagináte que ahora volvió el futbol y, encima, debutamos con todas las categorías de locales: la reserva, la primera y la tira de juveniles. En el básquet ya quedamos eliminados. Pero el trabajo se disfruta. Igual, tengo un equipo de gente linda que me da una gran mano.
“A La Bella lo aman”
-Como bahiense, ¿cómo viviste que otro bahiense como Leo La Bella sea tan querido en el club?
-¡Vos sabes que estaba buscando una foto y no la encontré! Pero coincidió que, cuando llegó Leo, también estaba (Roberto) Depietri como director deportivo. Y un día, jodiendo, estábamos los tres juntos y nos decíamos: “acá, para que las cosas funciones, tiene que haber un bahiense” (Risas). Justo estábamos nosotros en básquet, fútbol y comunicación. Indirectamente, yo conocí a Gimnasia por Depietri. Siempre mi abuelo me hablaba de él y de Gimnasia. Siempre tenía presente a Gimnasia. Encima, cuando vengo acá, mis amigos eran de Gimnasia, así que fuimos mucho a la cancha y te terminas enamorando.
-¿La Bella es ídolo allá?
-Leo es el típico jugador que si lo tenés en tu equipo, lo amás. Pero si lo tenés enfrente, lo querés matar (risas). Cuando nos vimos la primera vez nos saludamos, nos pusimos a charlar y le decía eso. Acá la gente lo ama. Hay gente que sigue al básquet y que va a la cancha sea el día que sea y está el grupo del fútbol que empieza a ir en los playoffs, porque en una época Gimnasia acostumbró a todos a jugar los playoffs. Y con un tipo como Leo, que llegaba y te tiraba un triple a la carrera o te hacía una faja… La gente iba a ver ese show, se re enganchaban, lo aman…
-Se nota que de ambas partes hay amor, porque Leo también quiere mucho a Gimnasia.
-Sí, hasta el día de hoy, hay gente que pregunta: ¿dónde está La Bella?, ¿por qué no lo traen?… Siempre aparece su nombre.
El tsunami Maradona
-¿Cómo surgió el arribo de Maradona al Lobo?
-El boom empezó en un fin de semana que, no sé si hubo eliminatorias o qué, pero no había futbol. Y fue justo el fin de semana en el que arrancó el Mundial de básquet de China. Creo que Argentina debutó un lunes, a las 5 de la mañana. Ya habían tirado en las redes, no sé por dónde, que “Maradona estaba cerca de Gimnasia”. Pero no le di bola, yo no sabía nada. Ese día me levanté a ver el básquet y, tipo 6, me cae un mensaje de un número del exterior preguntándome si era cierto lo de Maradona. Tampoco le di bola y menos a esa hora… A las 7 ya tenía 10 mensajes y a las 9, tenía 30 de números desconocidos.
-¡No entendías nada (risas)!
-Llamé a uno de los dirigentes: “Escuchame, ¿qué hay de cierto de lo de Maradona?”. Me dijo: “nada, nada, boludeces…”. Bueno, quedó ahí… El martes a la noche ya se hablaba más, vuelvo a llamar y me dijeron que van a comunicarse con Diego para ver qué onda. Ya sabía cómo iba a terminar… Se empezó a hablar cada vez más y el miércoles a la mañana la dirigencia me manda un mensaje preguntándome si estaba solo, que me sentara en algún lado, que ya me llamaban. Así que me senté en un café y el dirigente me informa: “Está todo encaminado”. “¿Me estás jodiendo?”, le dije. “No, Gabriel (Pellegrino) va a la casa de Maradona a la tarde”. Ahí dijimos, listo, ya está. Nos juntamos todos en la sede y empezamos a armar algo, pero no sabíamos qué hacer.
-Claro, se les venía un tsunami encima…
-Siempre digo lo mismo, yo no era tan fan de Diego. Si todo esto me pasaba con Manu Ginóbili, yo renuncio y me voy a verlo a la tribuna. No lo podría vivir. Pero cuando lo ves a Maradona, te genera una admiración total. Lo amo después de haberlo conocido. El tema era que teníamos que armar algo que desconocíamos y que no te das cuenta de lo que va a hacer, hasta que sucede.
-Me imagino.
-Cuestión que llamamos a Pellegrino a las 16.30, no me olvido más de la hora y le preguntamos qué novedades había: “Ya está chicos, Diego es el entrenador de Gimnasia. ¿Para qué hora lo pueden anunciar? Que salga por todos lados por favor. Diego es el DT”. Ahí los chicos de diseño y de las redes terminamos haciendo una placa con el “10” histórico y la tipografía de la Selección. Me acuerdo que cuando tuve que apretar “enter” para que se publique, me temblaba todo… Lo gritamos como a un gol. Ahí nos miramos las caras. ¿Y ahora?… Al ratito nos avisaron que Diego quería entrenar y después hacer una conferencia de prensa.
-¡Salieron corriendo a preparar todo!
-Es que todo nos quedaba chico… ¿Dónde metíamos a toda la gente? Me empezaron a escribir de todos lados… Para que te des una idea, terminé hablando para una comunidad argentina en Tailandia… ¡En Tailandia! Me llamaron a las 18, que eran las 6 de la mañana allá… Un día hablé con el director adjunto del diario Vip, el diario digital de deportes más leído de Europa. También me llamó un corresponsal en Argentina de la cadena más grande de Emiratos Arabes, que me mandó los links y lo único que entendí fue “Maradona y Gimnasia”…
-Para el que no lo vivió como vos, es algo que cuesta imaginarse lo que provocaba Maradona…
-Es que terminamos organizando un entrenamiento abierto, en la cancha y se llenó. Cuando Diego llegó al estadio, nadie le quería decir lo que tenía que hacer y entramos al vestuario con el gerente de marketing… Pero Diego estaba feliz de la vida y nos dijo: “Chicos, hagamos lo que tengamos que hacer”. Y, de ahí, nos fuimos a hacer la conferencia a un hotel. Había como 400 periodistas. Eso fue un domingo, el lunes Diego no fue a la práctica porque tenía una revisación de la operación de la rodilla, motivo por el cual se quedó en Argentina. El martes fue el primer entrenamiento.
-El primer cara a cara formal con el equipo.
-Exacto. Yo generalmente no me meto a la cancha, salvo que tenga que hablar algo puntual con alguien y espero que terminen. Cuestión que termina la práctica y me meto a ver las fotos y videos que habían hecho, como para elegir qué subir. Maradona se estaba yendo y nos miró que estábamos con la cámara. Ahí pensé: “ahora nos caga a puteadas porque estamos dentro de la cancha”. Se paró y nos dijo: “Soy Diego Maradona, el nuevo entrenador de Gimnasia. ¿Cómo andan?”. Nos quedamos mirando congelados… “¿Pudieron laburar bien?”, nos preguntó. “¡Si tienen algún problema para laburar, vienen y me avisan, eh! O hagamos distinto: ustedes hagan lo que quieran, que yo los autorizo. Armen quilombo”… A partir de ahí, nos dimos cuenta de que era el más humano de todos. Lo he visto llegar contento, con cara de orto, pero siempre te miraba y te preguntaba: “Cómo estás?”. Si vos le decías un “bien”, a secas, te decía: “No, te estoy preguntando en serio, ¿estás bien?” Si te veía mal, se te acercaba…
-Es increíble cómo pudiste ser parte de su círculo cercano y conocer mejor al Maradona ser humano.
-Siempre me río de algo… Cuando jugamos contra Independiente, ganamos en la última pelota de visitantes y el camino al vestuario es larguísimo, como 400 metros. Ahí le pregunto a Diego si iba a ser conferencia y otro que estaba ahí, me dijo “no, no va a hablar”. En Independiente habían armado una sala de prensa grande, pegada al vestuario… Entonces, les aviso a los chicos del sonido que Maradona no iba a hablar, que desarmen tranquilos. A los pibes se les caía un lagrimón…
-Es lógico, tenían todo preparado…
-Y sí, también les avisé a los periodistas. Pero cuando Diego sale del vestuario, me dice: “¿Cómo no voy a hablar? Yo hablo, sino es una locura…”. Así que me fui corriendo, les avisé otra vez a los chicos y estaban felices de la vida: “Ya conectamos todo”. Me voy derecho al hombre de seguridad para que le abra a los periodistas y me dice que tiene que esperar… Cuando me doy vuelta, lo veo a Diego sentado en la conferencia, con un micrófono y no había nadie más. Solamente las dos cámaras de la televisión. Entonces, le digo: “Diego, esperá que ya entran los periodistas”. Él estaba tarareando un tango y se puso a cantar. Cuando entraron los periodistas, se encontraron con Maradona cantando. Hasta que en un momento dijo: “¿Están todos? Arrancamos…” Nah, realmente increíble.
“Para Diego, Manu era el mejor”
-¿Tuviste buenas charlas mano a mano con Diego, ambos solos?
-Sí, porque viajaba con ellos. Y a ese cuerpo técnico le gustaba ir a los lugares un par de días antes. Yendo con la delegación te movés con ellos, horario para esto, para lo otro… Y una vez, en Rosario, no podíamos salir mucho porque se llenó de gente afuera, entonces nos la pasábamos mucho en el hotel. Por ahí estábamos sentados tomando mate y venía Diego, se te sentaba al lado y se te ponía a hablar como uno más. Una vez, yo estaba comiendo una tostada, siento una mano en la espalda y cuando me di vuelta, ¡era él! Me sorprendo y me dijo: “¡Pará, pará, no te me vas a atragantar acá, que si te tenemos que cargar necesitamos a cinco!” (Risas).
-¿Le hablaste algo sobre el básquet? Porque le gustaba mucho…
-Sí. ¿Qué me pasó?, ¿Viste que una de las típicas era hacerle firmar una camiseta?
-Sí.
-Bueno, yo le caí con una pelota de básquet. Me miró y me dijo: “¡Pero tendríamos que jugar!”. “Cuando quieras”, le contesto. Obviamente hablamos de Manu y me dijo: “¡Qué jugadores que salen de Bahía! Es una bestia Manu. Me dijo que, para él, Manu era el mejor deportista que había visto”. Y, al tiempo, lo dijo en un mano a mano en TyC Sports. Era uno más de nosotros, Un día le sacó la cámara a la fotógrafa y se puso a sacar fotos, hacía cosas así, un fenómeno…
-Además de algunas fotos, ¿te quedó algo de recuerdo?
-¡Sí! Tengo un par camisetas firmadas, aunque me faltó hacerle firmar una de la selección de básquet. No me avivé… Lo que pasa es que, en un momento, deja de ser la novedad y como que lo naturalizas. Era llegar a los entrenamientos y charlar con la gente que lo llevaba a Diego…
-Se notaba que le encantaba estar en Gimnasia.
-¡Era feliz! Una charla que siempre salía, era la del gol a los ingleses. Y te lo contaba con una naturalidad que vos decías: “Monstruo, ¿sos consciente de lo que hiciste?” Y te daba charlas jocosas… A mí me sorprendió siempre el amor de la gente. Cuando fuimos a Mar del Plata, me quedé perplejo: eran cuadras y cuadras y cuadras de gente saludando al colectivo… Porque, está bien, uno dice La Plata o Rosario son ciudades futboleras y él tenía amor por Newell’s… Pero, ¿Mar del Plata? Mar del Plata explotaba de gente que quería ver a Maradona, había familias que caminaban por la rambla y se quedaban a ver si Maradona aparecía en el hotel…
-¿Qué hacen en un carrito de golf en esa foto que estás con Diego?
-Es en Ezeiza. Fue el último día de la pretemporada. Esa vez, estuvimos en una de las canchas donde entrena la Selección, que es una de las más alejadas. Ahí concentraba Gimnasia y Diego iba y venía con el carrito. Los jugadores hicieron unas fotos y se fueron caminando. No sé por qué, Diego se quedó hablando con alguien y nosotros salimos caminando todos para el mismo lado. Ahí, Diego empezó a los gritos: “¡Vamos, que los llevo!”. Así que nos subimos al carrito y es donde le digo de sacarnos esa selfie. Estábamos con Eva, la fotógrafa que retrató toda la estadía de Diego en Gimnasia.
-¿Sentís que su salud se vino abajo porque la pandemia le quitó el fútbol?
-La pandemia le pegó mal, como le pegó a la mayoría de la gente. De repente estas en actividad y después te encontrás solo…
-No me represento lo destruidos, en lo sentimental, que habrán quedado en Gimnasia con su fallecimiento…
-Sí, fue terrible para todos… Un mazazo. Uno siempre creyó que Maradona era inmortal. Creíamos que iba a salir, que iba a estar todo bien… Yo fui a Casa Rosada, al velatorio y fue escalofriante. No soy de llorar, ni de moquear, pero fue terrible… Es un hecho lamentable, pero si hay algo que generaba él era que había gente de todo tipo: padres con nenes chiquitos, mujeres grandes, personas de traje, atrás uno que había dormido en la calle la noche anterior… Vi la representación de todos los estratos sociales de un país. Y ni te digo extranjeros: gente con camiseta de Perú, Paraguay, Chile, Bolivia gritándole…
-¿Cómo tomás haber sido el último bahiense cerca de Diego?
-Suena muy fuerte… Es feo pensarlo de ese modo, pero fue un placer total laburar a su lado. Nos quedamos con ganas de hacer un montón de cosas más. Fue una experiencia única. Un master. Porque después de esto, te animas a cualquier cosa. Imagináte que teníamos 140/150 periodistas inscriptos, como mucho, contando a los digitales y pasamos a tener, de media, a 300/400. Lo que me pone contento, más allá de que nos quedaron cosas en el tintero, es que estuvimos a la altura. El laburo que se hizo estuvo muy bueno.