Se va el día 13 y con él aparece la cuenta regresiva. Pero lo bueno del tiempo es que uno a veces le puede ganar, y eso pasó anoche cuando creí que el día 12 estaba terminado, los planes cambiaron y fuimos a ver la Torre Eiffel de noche. Justo antes de cenar apareció Seba, nuestro compañero de habitación, se sumó Ceci, otra argentina aventurera y salimos los 4 a verla. Si de día es impactante, de noche es imponente, espectacular, hermosa, como quieran adjetivarla. Es una experiencia única. Lo malo del tiempo es que si le ganaste una vez, después vas a perder. Dormimos menos de lo pensado, pero con mucha voluntad le ganamos al sueño y volvimos a salir temprano.
El primer destino fue el Museo de Louvre. Esperábamos hacer una fila más extensa, pero la cosa fue rápida y en 20 minutos estábamos recorriendo los pasillos de Denon en busca de La Gioconda. Será porque no soy un gran apreciador del arte o porque soy, quizás, más observador de las acciones humanas que lo que más me sorprendió es como la gente se enloquecía por estar en frente del cuadro, de poder sacarse una foto y ni si quiera respetaba al que estaba más adelante. En fin, hubo que luchar para llegar lo más cerca posible y poder verla, más o menos bien. Obviamente el cuadro no deja de impresionar, no se lo que será pero para mi me miraba siempre (jaja).
Fuimos con algunos objetivos claros. El museo es tan grande y con tantas obras que ni estando las 24 horas adentro uno puede verlo todo y menos detenerse 3 minutos en cada una. Luego fuimos a ver la Venus de Milo, un poco menos de gente encima de la estatua, cosa que permitió apreciarla mejor. Después seguimos por el arte Medieval hasta terminar en el Egipcio. Ese si que me llamó la atención y tenía ganas de verlo. Cuando uno aprende historia, sabe que en la mesopotamia y los valles del Nilo se desarrollaron grandes avances en la historia humana. No dejen de recorrerlo porque verán cosas increíbles. Desde objetos de baño hasta sarcófagos y momias. Increíble.
Ni hablar del resto de las pinturas, pero vuelvo a la discusión planteada antes ¿hay qué saber de arte para ir a un museo? Creo que como experiencia es muy linda, las audio guías ayudan bastante, pero si uno antes de ir lee y estudia más, sin dudas lo disfrutará diferente. Esa pequeña vueltita nos llevó como tres horas más o menos. Y nos quedaron lugares por recorrer, pero la Torre nos esperaba, ota vez.
Comimos disfrutando las aguas del Senna, observando la gente caminar, los barcos con turistas, las gaviotas inquietas y las hojas de los arboles caer suaves sobre el río, señal junto con el viento fresquito que el otoño esta cerca.
Nos despedimos de Seba, que había olvidado mencionar que fuimos con él al museo, y arrancamos para la Torre. Ya habíamos ido por las orillas del río, así que decidimos ir por otro lado. París nos siguió sorprendiendo con algunos lugares. Quizás lo que enamora, de esta ciudad, a la gente son los rinconcitos inesperados en medio del camino. Dejenme decir que a pesar de ser una hermosa ciudad, las ciudades con playas o montañas siguen siendo de mi preferencia y es más hasta me quedo con los pequeños pueblos. Pero la idea es contar del viaje y no tanto de mis gustos.
Cuando esperábamos hacer otro larga fila, la cuestión fue rápida otra vez. En poco tiempo emprendimos el ascenso a la cima de una de las Torres más famosas del mundo. Y en poco tiempo también estabamos apreciando París desde el aire. El norte, el sur, el este y el oeste de la ciudad. Los puntos más importantes y los caminos que recorrimos. En tan solo dos día hicimos algo así como 50 kilómetros a píe. Creo que ni en un mes camino tanto, pero valió la pena hacerlo. París desde el aire también es diferente y también tiene su encanto.
Pero la estadía se termina y mañana nos espera un nuevo viaje, esta vez rumbo a Lisboa. Otra capital, otra cultura, un nuevo idioma y más historias para escribir en este diario. Hoy si afirmo que el día acá se concluye. Los ojos se me cierran y las piernas piden el cambio.