Si el día de la despedida arrancó con “saudades”, dirían los brasileros, imaginense como terminó. Nos levantamos sin despertador, el desayuno se extendió hasta transformarse en almuerzo y el paseo del día fue ir al shopping, a mirar, obviamente.
Emi nos dijo que a las 17 nos pasaba a buscar para hacer un tour por los bares antes de ir al aeropuerto. Dejamos todo listo, y ni bien llegó arrancamos. Empezamos tranqui, una cervecita y unos pochoclos salados, de ahí a otro a tomar otra cañita con un pincho de solomillo y otro de tortilla y la cosa se empezaba a poner interesante. Caminamos hasta la plaza Mayor y fuimos a La torre de Oro, un bar auténticamente Andalú. Cabezas de toros en las paredes, fotos y mas fotos de toreros accidentados y de “celebridades” mirando el rodeo.
Un atención bárbara, con cada cerveza la tapa venía de regalo; gaspacho, ensalada campera, y más. Nos reímos un rato con los cantineros y volvimos a partir. Fuimos a un mercado, donde cada lugar vende su producto, uno escoge los que quiere y se sienta en alguna barra libre y disfruta, acá cambiamos la birra por la sangría. La hora pasaba y entre charla y charla las ganas de irse desaparecían.
Llevábamos 4 bares en 2 horas y monedas y más de 100 charlas diferentes, o una sola que arrancaba en la historia de una plaza y terminaba en una canción de la hinchada de Instituto. Como todas las charlas que van de bar en bar, o las charlas que demuestran que uno la esta pasando bien en serio.
El Museo del Jamón era parada obligada, así que por ahí también pasamos. Caña y bocadillos, jamones serranos y salames. Y charlas y más charlas. Y menos ganas de irnos. Y para cerrar la gira terminamos a la vuelta del primer bar. Cerveza y mojito granizado para decorar la noche. Una tarde/noche netamente veraniega, hermosa, sin viento y con el calor justo. Miramos el reloj y era la hora de partir. ¿Ganas? Ninguna.
La conclusión final fue una o varias: día 18, mayor de edad, había que terminarlo así. La Emi ama Madrid y nos hizo esto para que tengamos que volver. No nos quedó otra que retrucarle su tour y decirle que en Las Grutas, no hay tantos bares pero si la misma buena onda.
Me esta costando describir especificamente la tarde que vivimos. Son de esos momentos que uno no imagina que pueden pasar, y que cuando se van generando, uno sabe que son los momentos de la vida que nunca va a olvidar. Por el lugar, por el afecto, por la capacidad de sentirse feliz. De saber que no hace falta mucho para sentirse bien, solamente rodearse de gente de bien, predispuesta a pasar un buen momento y dejar que el viento nos guíe.
La última tarde del viaje. El avión nos esperaba y la rutina en casa también. Seguramente ahora no me doy cuenta o no nos damos cuenta del viaje que hicimos. Pero cuando re-lea este diario, recuerde los lugares mirando las fotos y vaya recopilando cada momento, quedará guardado por siempre en la memoria en el rincón de los imborrables.
No me queda más que agradecerles a papá y mamá por el esfuerzo que hacen a diario para brindarnos esta oportunidad y un montón más, por confiar en que teníamos/tenemos la capacidad para hacer este viaje juntos, que sorprendió a más de uno cuando le dijimos que eramos hermanos y sobre todo por darnos la libertad de elegir a donde ir y que hacer. Agradecerle sin duda alguna a Emilia, desde el primer día, desde el primer mail que le mandamos siempre estuvo ahí para darnos una mano. Nos presto su departamento como si nos conociera de toda la vida y que fue nuestra casa y punto de partida a todos los rumbos en Europa, y más que nada por semejante última tarde. A Diego y a Amparo, por la tarde en la pileta de su hotel, por el día bárbaro en Cádiz, por las cenas y almuerzos compartidos en Sevilla y por tantos datitos útiles para nuestra gira.
Tampoco me quiero olvidar de los que hicieron pequeñas cosas, de Nico por prestarme la valija, de Mechi por albergarnos antes de partir y a la vuelta en su dpto, de mis amigos que siempre estuvieron al tanto y preocupados de como iba la cosa y de cada persona que con un simple mensaje nos deseaba lo mejor. Como también agradecerles a todos lo que se tomaron el tiempo para leer el diario de viaje, fue una idea pensada antes de viajar, no sabía como hacerlo, ni que contar. Solo atiné a hacer lo de siempre, escribir lo que me sale y compartirlo. Espero que lo hayan disfrutado y aunque sea un poquito, hayan viajado con nosotros.
Y por último, un agradecimiento especial a Don Googles Maps, sin él nos hubiéramos perdido más de lo que nos perdimos en algunos lugares, pero sin dudas fue la salvación en este viaje. Ya estamos de regreso. Demasiado feliz. Más adelante vendrán los balances y quizás los comparta.