Ludmila Munz (31 años) y Nicolás Onorato (25) comparten varias cuestiones. Ambos son árbitros de básquetbol e integrantes del Colegio. Allí fue donde se conocieron. Y nació el amor, formalizaron su relación desde hace un par de años y hace cerca de uno que están conviviendo. Mientras ella lo disfruta, progresa y tacha objetivos alcanzados impartiendo justicia dentro de un rectángulo, él llegó a amagar con colgar el silbato para siempre… No a corto plazo, pero figura en los planes formar una familia en cuanto se alineen los planetas. Amén de todo ello, a Nico siempre le hizo ruido participar de otra actividad: el midget, el deporte veraniego por excelencia de los bahienses. Debido a la bendita pandemia, hasta ahora sólo pudo girar en algunas contadas ocasiones, aunque ya tiene asegurado pintar el número “110” en el venidero Estival de Aldea Romana. Una acelerada a fondo en la vida de estos tortolitos, la única pareja de jueces activos en el ámbito de nuestra ciudad.
“Jugué al hockey de muy de chica y, después, hace varios años que participo de un grupo de running. Soy de Bahía Blanca. Siempre, con mi papá, íbamos a ver mucho básquet. Y me gustaba. Entonces, como no jugaba, el único lugar por donde podía involucrarme era con el arbitraje. Y me fui hasta el Colegio a averiguar por el curso de arbitraje. Así empecé”, recuerda Ludmila Munz (31 años).
“También soy de Bahía Blanca, pero tengo a toda mi familia en Pedro Luro. Viví allá un tiempo y también en Villalonga. Jugué mucho años al fútbol en Tiro Federal. Como 9 años. Cuando dejé de jugar, porque en la escuela tenía doble horario, quería seguir vinculado al deporte. Y averigüé para hacer el curso de arbitraje para el fútbol, pero no me daba la edad. Ahí me fui al de básquet, para probar qué pasaba. Y, desde ese momento, acá estamos”, indicó Nicolás Onorato (25).
Esa fue la carta de presentación de nuestros protagonistas.
-Con escasa idea del básquetbol, ¿tuvieron que aprender casi todo desde cero?
-N: Iba a ver mucho básquetbol por mi abuelo, que lo jugó siempre y es fanático. Pero, sí, tuve que aprender bastante porque no tenía mucha idea. Estaba más orientado al fútbol. Algo de las reglas básicas sabía, pero fue como todo nuevo.
-¿En qué momento se vincularon al Colegio?
-L: Arranqué en 2012 y debuté en noviembre de ese año.
-N: Hice el curso en 2013 y debuté en 2014.
-¿Ahí se conocieron?, ¿Cuánto hace que están juntos?
-L: Nos conocimos cuando Nico entró al Colegio. Yo ya estaba dirigiendo e, incluso, dirigíamos con ellos, los más nuevos. Estamos de novios hace, más o menos, dos años. Pero nos conocemos desde hace muchos años ya. Empezamos con una relación de amistad, con otros compañeros del Colegio. Y compartíamos un montón de cosas juntos…
-¡Claro, hasta que él dejó su timidez y se decidió! (Risas)
-L: (Risas) ¡Así como lo decís, tal cual como lo estás describiendo!
-¿Quiénes fueron sus maestros en el arbitraje?
-L: En mi caso tuve el curso inicial con el Pelado De Marchi y, gracias a Dios, ahí aprendimos muchísimo. Teníamos mucho trabajo teórico y también en cancha, eso nos benefició. Después, casi todos, seguimos los pasos del Negro (Ramallo) que es el que más experiencia tiene y trabajamos mucho la técnica con Javier Sánchez, incluso hasta la pandemia. Soy de mirar distintos tipos de arbitrajes para poder absorber lo que a cada uno le guste.
-N: A mí, el curso inicial me lo dieron el Colo Arcas y Diego Kessler. Después, el seguimiento fue el mismo: con el Negro Ramallo, Javier (Sánchez), Manu Sánchez, Giannino…
-¿Qué otra actividad tienen?
-L: Trabajo de acompañante terapéutico en escuelas y jardines y estudio profesorado de Educación Especial. Si todo sale bien, el año que viene me recibo. Estoy abocada bastante a lo que es el trabajo con discapacidad. Es pura vocación y, a veces, una complicación. Es un día a día complejo, se pone mucho el cuerpo y terminás cansada. El desgaste es muy grande. Trabajo con chicos y, desde que me levanto hasta que me acuesto, estoy conectada a 220…
-N: Trabajo en una empresa de transporte de energía.
Tres son más que dos
-¿Cómo transitaron el sendero hasta debutar en Mayores?
-L: Fue un camino largo y lleno de aprendizaje: dirigí menores, después fui juez provincial y, recién ahí, nos empezaron a designar alguna que otra competencia nacional. En 2019 debuté en Segunda, con esta idea de la mecánica de tres jueces y también tuve el debut en Primera. Hasta que el básquet se cortó. Por ahí, uno siempre quiere hacer todo ya o lo antes posible. Pero terminé entendiendo cuándo me tenía que llegar… Los debuts que tuve, en distintos niveles, fueron en el momento que debían ser y cuando más los aproveché. Por ahí el camino fue largo, pero todo llegó cuando tenía que llegar. Lo mismo me pasó en la rama femenina, que es lo que más dirigimos. Este año dirigí la Liga Nacional cuando ni siquiera pensábamos en que nos iba a llegar esa oportunidad, al no tener competencia acá en Bahía.
-N: Lo mío fue raro. Es que, al principio, me lo tomaba como a un hobbie y me empezaron a pasar las cosas rápido: al año ya rendí para juez provincial y me empezaron a llegar designaciones. Ahí me lo empecé a tomar más como un trabajo, me fui poniendo metas de a poco, hasta llegar a Mayores. Nunca me presioné y sabía que, si tenía que llegar, en algún momento se me iba a dar. No sé si fue bueno o malo, pero me llegó enseguida.
-¿Esta mecánica de tres árbitros tranquiliza un poco más al que está haciendo sus primeras armas?
-N: Creo que, hoy, cualquier partido es necesario dirigirlo de a tres. No se puede dirigir más de a dos. Por cómo están el juego y los jugadores… Cambió todo muchísimo. La velocidad del juego es distinta. Te pones a analizar un juego con mecánica de dos árbitros, con otro de mecánica de tres y es totalmente diferente.
-¿En menores se sigue pitando de a dos?
-N: Sí.
-L: ¡Salvo en finales!
-Claro, tenés razón…
-N: Sí, las finales son de a tres. Y, ahí, te das cuenta de que en menores también es necesaria la mecánica de a tres.
-Entiendo. Va a llegar un momento en que va a ser imposible seguir de a dos…
-N: Sí, porque los chicos vienen cada vez mejores, más desarrollados… En algún momento creo que se va a implementar.
Chicas, están invitadas
-Ludmila, ¿por qué siguen siendo poquitas las mujeres que se involucran en el arbitraje? ¿Cuesta que se acerquen?
-Sí, cuesta. Igualmente, ha crecido y se han visto varias chicas en los cursos iniciales, donde algunas se quedaron y hasta ya dirigen en categorías menores. Sería buenísimo que siga creciendo.
-¿Cuántas son actualmente?
-Somos ocho, contando a las dos chicas nuevas del curso inicial. Contra un grupo de 50 y pico hombres… Pero ya cuando una ingresa a este ambiente, sabe que esto es así. Y no hay que limitarse, ni física ni mentalmente, a decir: “nos vamos”. Muchas han dejado por haber tantos varones y tan poquitas mujeres. Hay que quedarse y trabajar para seguir estando.
-¿Qué resulta más sencillo: el femenino o el masculino?
-Creo que no es una cuestión de facilidad. Después de tantos años, uno ya conoce a las jugadoras o jugadores y crece con ellos. Pensá que los U13 que dirigí cuando empecé, ya algunos están en Primera. Y las mujeres también. El conocer te hace saber cómo juega cada equipo, cual es la dinámica y la relación que se va construyendo es otra. Por ejemplo, con las chicas del femenino tengo una relación excelente y en el masculino nunca he tenido problemas que excedan lo arbitral.
-Nico, ¿has tenido algún inconveniente en la cancha por ser un “novato”?
-No he tenido quilombos grandes en Mayores. Siempre está el que tiene muchos años en Primera y te tantea para ver qué pasa… Pero más que alguna discusión mínima, siempre con respeto, no ha pasado gracias a Dios.
A vos te conozco…
-¿Ya han dirigido juntos? ¿Les gusta o prefieren no hacerlo?
-L: ¡Sí! Dirigimos bastante en menores, tanto en masculino como en femenino. En lo particular, me gusta dirigir con Nico. Nos conocemos demasiado y dentro de la cancha siento como que el partido fluye, no me tengo que preocupar por las decisiones que él tome. Confío plenamente en eso. Sí, por ahí, alguna vez surgió algún enojo por algún fallo en el que no coincidimos. Pero ese enojo dura un par de minutos o una mirada y nada más…
-¿Están conviviendo?
-N: Sí, sí, hace un año más o menos.
-¿Y se piensa en formar una familia?
-L: Sí, lo pensamos. Obviamente no en un futuro inmediato, porque quiero recibirme y que Nico disfrute de su momento con el midget. Cuando tenga que ser, va a ser.
-¿Hay alguna otra parejita en el arbitraje?
-N: En el Colegio los primeros fueron Agustina Borello y Rodrigo Ballerini, que ya no dirige más.
-L: Desde que nosotros estamos, ellos son los más conocidos y los que hacen más tiempo que están juntos. Después, no hay otras parejitas… (risas).
¿Cuelga el silbato?
-¿Cuál es la meta a futuro?, ¿Hasta dónde ansían llegar?
-N: Por mi parte, decidí no viajar más por la provincia. Así que solamente me voy a dedicar a disfrutar de los partidos de acá. Y de dirigir cuando se pueda.
-¿Cómo es eso?
-N: Es que llegó un momento en que estaba muy cansado y hasta pensé en dejar de dirigir. Me saturé de dirigir casi todos los días. Y, cuando arrancó la pandemia, vi que me gustaba eso de no estar los fines de semana en la cancha… Pero, después, la veía a ella y a otros chicos como Franco Berlato y me volvió a picar el bichito. Así que ahora mi meta es disfrutar de los partidos, cuando pueda, pero no quiero dirigir tanto como antes.
-L: En mi caso, el objetivo siempre fue llegar al torneo masculino de Mayores. Cuando empecé en la rama femenina, no sabíamos cuál era el techo que teníamos. Al día de hoy, puedo decir que cumplí con las metas arbitrales previstas. Porque dirigí competencias que ni esperaba y en ambas ramas. No tengo metas pendientes: dirigí provinciales, torneos Argentinos, Federal y hasta un amistoso integral. Me encanta dirigir. Y, es cierto, como dice Nico, que a veces nos pasamos un sábado de las 14 a las 22 metidos en una cancha, porque tenemos una vida… El foco hay que ponerlo en disfrutar y hacer las cosas bien, sin tanta presión, propia o de afuera. Se busca seguir creciendo y afianzarse.
-Me imagino que Marjorie Stuardo debe ser una referente para las chicas.
-Marjorie es la que más alto llegó, incluso en el masculino. Ahora está trabajando en la escuela argentina femenina y nos da una mano grande en lo que necesitemos. La Negra creció y le están dando un lugar para que participe.
Sigue girando
-Nico, ¿cómo surgió tu incursión en el midget?
-Al midget lo compré en 2019. Más o menos en agosto de ese año obtuve el chasis y en noviembre/diciembre, ya tenía el motor listo.
-¿Era una materia pendiente para vos?
-Sí, mi abuelo fue mecánico toda la vida y siempre estuve cerca de él. En su momento había querido correr en micromidget y, por un tema de cupos, no pude entrar. Me quedé con la espina. Siempre fui a ver a la categoría. Y cuando surgió mi oportunidad, lo dudaba, porque no es fácil y mucho menos en lo económico. Pero los que están a mi lado empezaron a darme “rosca y manija” y terminé comprando el auto. En 2020 estaba para inscribirme en el Invernal, ya había hecho todos los estudios médicos y apareció la pandemia…
-¿Hasta el momento no corriste?
-Fui a las pruebas libres, corrí en las fechas clasificatorias y en dos fechas del Invernal. Me fue bien. Pero ahora está todo parado. Supuestamente, en agosto habrá otras dos fechas, en septiembre una más y en noviembre ya arrancamos el Estival. Si todo sigue como venimos hasta ahora, esa es la idea…
-¿Cómo se hace para participar?
-Hay que adquirir un auto, ir a la prueba técnica donde te lo verifican, correr el Invernal de mayo a septiembre y ahí se decide la gente que entra para el verano. Es por puntaje. Lo reglamentario dice, como máximo, 104 autos y en el Invernal hay 140. Pero los primeros 50 salen del anterior Estival y del 51 al 104, sí, se deciden en el Invernal. Ya tengo mi lugar asegurado para el verano.
-¿Qué número vas a llevar?
-El 110.
-¿Hay algunos otros que están empezando como vos?
-Sí, anotados como debutantes había como 20. En las pruebas clasificatorias éramos como 40. Hay muchos esperando. Porque, por ejemplo, para este año ya no hay inscripciones. Hay que esperar al 2022. Muchos quieren debutar y algunos quieren volver.
-¿En qué consiste el auto en sí? ¿Es como uno de calle?
-La transmisión es directa, tiene embrague y acelerador. No tiene cambios. Después tiene un freno que, solamente, se puede usar en la largada. En la carrera, no. Igualmente, el mío tiene freno de moto, por más que lo use, no va a variar nada, es mínimo… Solamente es para que no se mueva el auto en la largada.
-¿O sea que, antes de largar, el auto está frenado?
-Exacto. Frenado y con el embrague. Si el auto se mueve o te adelantás, te recargan o te mandan a la última fila. Y la marcha es una sola.
-¿Y necesitas anotarte con dos autos? Para tener uno de repuesto, digamos…
-No. Yo tengo uno con el que estaba corriendo, pero quedó relegado. Está en venta. Se decidió hacer uno nuevo por un tema de proyecto del taller, de trabajo, de comodidad… No es que tenga dos autos.
-¿Está tu abuelo dentro del equipo de trabajo?
-Mi abuelo es mecánico pero vive en Monte Hermoso y ya es grande, no quería que viajara todos los días para Bahía. Sí está metido y nos da una mano enorme, pero en mi equipo hay un motorista, un chasista y los que me dan una mano.
-¿Cuál es tu piloto de referencia?
-Tengo varios… La verdad que, los que andan bien, hace muchos años que están corriendo. Son los que veía desde la tribuna y siguen estando ahí arriba, así que ellos siguen siendo mi referencia.
-¿Ya tenés listo el presupuesto y a los auspiciantes?
-Sí y no. Fue en diciembre cuando fui a cerrar el presupuesto y después no se corrió… Así que tengo algunas publicidades confirmadas, pero hay que salir a buscar otras. Obviamente todo cambió y todo aumentó. No me senté a ver bien el presupuesto, pero algo debe faltar… Queda tiempo y hay que moverse.
-Vi que apoya el Colegio, porque pusiste el logo, ¡muy bien!
-¡Sí! Nosotros nos sentimos parte, así que está muy bien que esté puesto ahí en el auto.
-¿Qué objetivo te fijaste a corto plazo?
-Me gustaría girar en todas las fechas que se pueda. Es lo primordial, sin importar el resultado: si hay 18 fechas, ir a las 18. Ese es el primer objetivo.
-¿Es una actividad que no se superpone con el trabajo ni con el básquet?
-No, porque el campeonato de midget más fuerte es en el verano, cuando no hay básquet. Y se corre los viernes a la noche, así que con el trabajo tampoco se me complica.
A bajar un cambio
-Ludmila, ¿te gusta que él corra o te da miedo?
-Me gusta. Antes de que él corriera, generalmente, íbamos a ver los midgets. Y, además, siempre supe que era su deseo tener un auto. Así que, cuando se dio la oportunidad, obviamente que lo apoyé para que empezara a armarlo con todo. Lo malo es que en las primeras fechas que tuvo de clasificación, no pude asistir por esto de la pandemia: solamente va él y su equipo. Eso genera un poco de nostalgia, porque era el momento más importante y no se pudo estar. Pero siempre lo estoy bancando. Y con un miedo que es lógico, porque va a correr arriba de un auto y, muchas veces, no depende de él. Hay cosas en la pista que pasan por el que tenés al lado, pero no tengo ese miedo que haría todo más difícil…
-Dicen que estar dentro de la jaula es de lo más seguro.
-N: Sí, es sumamente seguro. Si te pones a mirar algunos golpes que se dieron los demás, cuando dan varios giros o la jaula golpea en el piso, los pilotos se bajan bien, se van caminando… Más de unos golpes, no pasa. Obviamente, calculo que después tendrás tus dolores, pero es muy seguro.
-Ludmila, ¿lo ves muy metido con ese tema? ¿Lo sufre o se preocupa?
-Sí. Ahora, quizá, aflojó un poco. El año pasado fue muy difícil porque todos teníamos esas expectativas de que se venía su debut. Pero, con la pandemia, lo que rodeaba a los eventos deportivos era incierto. Y para él fue recontra difícil. Hoy está más positivo y lo disfruta mucho.
-Vi una foto en la que te subiste al midget. ¿Lo manejaste?
-(Risas) No me animé todavía… Ese día fuimos a probarlo al salitral, ellos estaban viendo cosas nuevas del auto en general y solamente aprovechamos para una foto. Sé manejar, pero no manejo actualmente. Igual me gustaría probarlo, yendo despacito. Aparte, ahí, no hay ningún peligro con el espacio abierto y gigante que es.
-Nico, ¿ será complicado interactuar en el mundillo del midget?
-Por comentarios, dicen que es un ambiente complicado. Tuve la suerte de comprarle el auto a un chico que corría y él me generó el contacto con el que hoy es mi chasista. Desde ahí, me involucraron a un grupo fenomenal y me recibieron de 10 desde el día uno. Siempre les estoy agradecido a la mano que me dan. No te sabría decir qué les pasa a los demás, pero los comentarios que hay es que es un círculo complicado. Es que no es fácil: hay mucha gente, de todas edades y muchos intereses.