El ex basquetbolista Rodrigo Damián Garro inició su trayectoria en Estrella y, rápidamente, en Preinfantiles se pasó a Bahiense del Norte. Hoy, a los 35 años, está muy lejos del deporte de los cestos. Es otro de los bahienses que salió a perseguir su destino al exterior. Su particular modo de ver la vida lo llevó a trasladarse de Buenos Aires a Inglaterra y de allí a España, residiendo actualmente en Barcelona. El ex ala-centro continúa soltero y tiene a flor de piel su sentido por la libertad, más allá de las responsabilidades laborales. Le cuesta atarse a la rutina, trata de inclinarse por estar descontracturado, en ciudades con playa y prefiere abrir su mente viajando. Se recibió de contador y actualmente trabaja en Xapo, el mayor custodio de bitcoins del mundo en sus inicios, una empresa gigante y multimillonaria que comercializa monedas digitales (criptomonedas) y que ahora obtuvo la primera licencia bancaria para ofrecer bitcoin. Siempre con la conveniencia de cumplir con su función remota y de seguir conociendo el mundo, Garro huye del frío. El de allá y el de acá. Con lo cual, sobre fines de año es más que seguro que pegue la vuelta para sus pagos. Siempre lo hace para pasar las Fiestas con su familia.
Muy atrás quedó aquel jovencito que comenzó a destacarse en las formativas de Estrella. Y que, poco después, se cansó de festejar en las formativas de Bahiense del Norte.
Ahora, Rodrigo Damián Garro es contador público, tiene 35 años y hace como ocho que salió a ganarse la vida en el extranjero.
Hoy por hoy ocupa un gran puesto trabajo y reside en Barcelona, aunque nada es muy seguro en su cabeza nómade…
“¡Tengo recuerdos tan lindos de mi vida en el básquet! Arranco en Estrella, hasta minibásquet y de ahí me fui a Bahiense”…
-(Interrumpiendo) ¿Te acordás que siendo un nene de 11-12 años debutaste en la Primera de Estrella?
-¡Sí! Siendo mini, no sé si primer o segundo año, pero me acuerdo que jugué en Primera.
-No recuerdo por qué razón fue, ¿había sido como un premio?
-La verdad, no me acuerdo bien. Sí sé que jugué, tampoco me preguntes cuántos minutos… Y creo que después vinieron a hacerme una notita…
-Al poco tiempo empezó tu historia con Bahiense.
-Sí. En Preinfa, con la camada de La Bella, Cappa, Maccari, Straguzzi, Iturralde… Y después se sumaron Sacomani y Donato. Fuimos campeones en Preinfantiles y también en Infantiles en el año 2000, que fue mi mejor año basquetbolístico. Quedamos invictos en el torneo local, ganamos los Bonaerenses, también el Provincial que se hizo en Bahía y quedamos terceros con Provincia, perdiendo la semifinal con Córdoba que terminó campeón.
-¿Y qué fue lo último tuyo en el básquet?
-En Estrella fue mi último año, pero nunca me pude recuperar. Había dejado por una lesión en el hombro, que me sacó de las canchas cuando estaba en Bahiense. Intenté volver en Estrella, pero fui un desastre, ya estaba en otra y por recibirme. Así que en Primera, siendo mayor, jugué un año en Bahiense, medio año en Estrella y di por terminada mi carrera. Casi ni llegué a jugar en Primera. Aunque en 2003, siendo juvenil, fui campeón con Bahiense.
¡Cerráme la ocho!
-¿Después te recibiste y te fuiste de Bahía?
-Claro. Me recibí de contador en la UNS y ya estaba trabajando en la Oleaginosa Moreno. Después de un año y pico, me fui a Buenos Aires a trabajar como auditor en Deloitte. Alla tenía un par de amigos, éramos todos pibes, mucha juventud, había camaradería, nos juntábamos, salíamos… Todo lo que tiene Buenos Aires me encanta. Siempre que vuelvo, 2-3 semanas me las paso allá.
-¿Cómo continuó todo?
-En Deloitte pasaba muchas horas, hasta que dije ¡basta! Ahí había conocido a un irlandés que trabajaba con nosotros y pegamos super buena onda. Habrá estado un año y se fue. Pero seguimos en contacto. Cuando analizo qué hacer de mi vida, si me voy, si me quedo, él me dice: “¿por qué no te venís a Londres? Vos ya tenés una experiencia y acá llueve el trabajo, te van a pagar bien”… Y me lo puse a pensar. Mi idea original era irme a Australia, que estaba de moda en 2013-14. Como tenía pasaporte, me dije: ‘hago experiencia en Londres 6-8 meses, mejoro mi inglés trabajando, sumo una plata y me voy a Australia’. Entonces agarré las valijas y me fui, así sin nada…
-¿Pero manejabas algo de inglés?
-¡Vos sabes que el inglés fue todo un tema…! Estudié en la escuela, pero nunca pensé que lo iba a necesitar tanto. Y, cuando llegué allá, me di cuenta de que me inglés era muy malo, muuyyy malo… Después de 15 días de no encontrar nada y solo hacer turismo, mi cuenta bancaria estaba mal y había restricciones para el cambio de moneda extranjera. Tuve que pedir ayuda para que me den euros… No me llamaban a entrevistas, ni nada… Lo primero que me salió fue ser camarero/mozo en eventos.
-Claro, nada que ver a lo que fuiste…
-Exactamente. Pero de algo tenía que trabajar, porque Londres es carísimo… A ese lugar entré gracias a este chico irlandés. Y en mi primer día, me acuerdo de estar ahí parado, nos explican qué había que hacer a cada grupo y nos dan una hojita. Cuando terminan de explicar, no había entendido absolutamente nada, pero nada, de lo que habían dicho (risas)… Por suerte, había un muchacho que estaba al lado mío y que pertenecía a mi grupo, así que me puse a imitar exactamente todo lo que hacía él. Lo seguí por todos lados.
-¡Era una marca cajón!
-Exactamente, defensa personal (risas). Y, en un momento, el pibe como que me mira con cara de “¿qué estás haciendo?”. Ahí le explico que no entendí nada y por eso lo estaba siguiendo. Se c… de risa y me dio una mano para seguir laburando… Encima, eran eventos top. En uno de ellos, estuve en un rascacielo de Londres y escuchaba que solo se hablaba en francés. En un momento, se para el servicio y a 20 metros mío se puso a dar un discurso el ex presidente de Francia (François Hollande). Después estuve en otro de Christian Dior, para 600 mujeres. Pero no era lo mío.
Una caja de sorpresas
-¿Pudiste dar con algún trabajo de contador?
-Me costó como 6 meses encontrar. Después de ser mozo, entré a un bar que era super concurrido y estuvo bueno un tiempito. Al segundo mes ya me quería ir, pero otra salida no tenía… Al tiempo, hice un voluntariado para sumar cosas a mi currículum, era todo gratis y hacíamos asesoramiento a diferentes empresas. Todo era muy precario lo que se hacía. Mi primer tiempo en Londres fue duro y muy solitario. De hecho, el básquet me ayudó mucho.
-¿Por qué?
-Mirá, hasta tengo un juicio ganado en Londres…
-¿Eh?, ¿Qué pasó?
-En Londres estuve dos semanas parando en la casa del irlandés, hasta que me mudé. Allá se estila mucho alquilar habitaciones. Entonces, alquilo una y la propietaria fue una de las peores que me tocó: me controlaba todo, me quería cobrar de más… En un momento le dije que no le iba a pagar algo que no debía y me dice: “Si no pagas, te voy a cambiar la cerradura”… Hablé con la inmobiliaria, me voy a trabajar y, cuando vuelvo, ¡había cambiado la cerradura en serio!
-No te puedo creer…
-Cuando ella me amenazó, por suerte yo había sacado mis cosas, porque me asusté… No me quería devolver el depósito que, para mí, era mucha guita. Así que la llevé a juicio, me estudié todas las leyes y me representé a mí mismo, porque son juicios de poca monta. Mi amigo irlandés me acompañó a las audiencias con el juez y gané el caso.
-Se te hizo todo bastante dificultoso en el exterior.
-Sí, cada uno tiene su experiencia, pero a mí me costó bastante. Y estaba solo. Muchas veces me replanteé las cosas. En Londres me mudé como 7 veces. Allá hay gente muy rara. En una de las casas conocí a un italiano, muy piola, que al mes se fue. Él nunca había jugado al básquet, pero se compró una pelota. Al irse, me la regaló, porque sabía que yo había jugado. Y un día, estando en mi habitación pensando qué iba a hacer, miro la pelota y me fui a hacer unos tiros. Estaba tirando, aparece un francés, nos ponemos a jugar y hoy es uno de mis mejores amigos gracias al básquet. Con él empecé a ir a jugar más a esa placita y, en Londres, formamos un equipo para inscribimos en un torneo que lo ganamos… Por decirlo de alguna manera, el básquet me dio mis mejores amigos en Londres. ¡Cómo une el deporte, es increíble!
-Parece mentira, pero es así. Al menos te iba cambiando la suerte con ese grupito de amigos.
-Tal cual. Y una noche, trabajando en ese bar, había una mesa de argentinos que se quedaron hasta tarde y les empiezo a contar que no encontraba trabajo de lo mío. Una de las chicas me dice que hace rato que está en Londres y que quizá podía darme una mano. Así que, genial, le pasé mi número y quedamos en contacto. Al mes recibo una llamada y era esta chica diciéndome que tenía un puesto para ofrecerme, si me interesaba. “Sí, sí, dámelo”, le dije enseguida. Ahí entré en una empresa que distribuía productos argentinos: dulce de leche, tapitas de empanadas, yerba…
-¿Había otros argentinos?
-Eran todos argentinos. Algo ideal. Aunque el puesto era medio básico, estaba agradecido a la vida de tener ese trabajo. Ahí estuve dos meses y empecé a recibir citaciones para entrevistas laborales. Y el haber estado en Deloitte Bs.As, me ayudó a conseguir como auditor de Deloitte Londres.
-Buenísimo, ya tenías una experiencia en el tema.
-Ahí me meto de vuelta en lo mío. ¡No sabes! A la entrevista me fui super preparado. Como al inglés no lo domino mucho, ¿qué hice? Me estudié todo lo que tenía que decir, de la A a la Z. Así que cuando me hicieron una pregunta, les contestaba todo junto, cosa de que no me pregunten más. Así entré a Deloitte Londres. Estuve ahí por casi tres años, hasta mitad de 2017, que me mudé a Barcelona.
-¿Te fue bien?
-Cuando entré ahí, otra vez, entendí la mitad de las cosas y me costó muchísimo arrancar. Era auditor y manejábamos a un cliente muy grande de Londres. Teníamos una mesa con 11 personas de nacionalidades diferentes, contando el equipo completo, desde el primer socio al junior. Un año después, me tocó volver a esa misma mesa y entendí absolutamente todo lo que se dijo. Fue muy duro. El voice translator era mi mejor amigo en ese momento (risas).
El control remoto
-¿Pediste el pase a España?
-Ahí estuve bien económicamente y empecé a viajar. Mínimo, una vez por mes me iba a algún lado, sea fin de semana o 3-4 días. Aparte, en Europa está todo cerquita y es barato. Londres es divina, pero el clima es muy malo, es todo gris y las distancias son abismales, para todo tenés que planear…
-Una onda Buenos Aires, por decir algo.
-Claro, algo así, pero aún más grande. Y, de vuelta, me agarra una de mis locuras y digo “me voy”… Renuncié. Agarré la valija y me vine a Barcelona.
-¿Te fuiste con algún contacto o no tenías nada?
-En ese momento tenía las opciones de Madrid, Barcelona o Palma de Mallorca, que es como Bahía Blanca con la playa de Monte Hermoso. Pero elegí Barcelona por el aeropuerto y las playas. Como quería seguir viajando, acá tengo aeropuerto. Tenía un amigo de Buenos Aires y todo fue mucho más fácil. Nada, pero nada que ver con Londres. De hecho, Londres me asustó tanto que cancelé mi idea de ir a Australia. Ya después de esa experiencia en Londres estaba curtido.
-¿Cómo te va ahí?
-Acá caí sin trabajo y me costó, porque llegué en julio, que es verano. Y acá julio/agosto es como enero/febrero en Argentina, no pasa nada… Entonces, me costó unos meses. Empecé a buscar y conseguí trabajo en septiembre. Ya mi CV era internacional, el inglés ayuda en todos lados y era argentino. Trabajé en la empresa eDreams, como jefe contable de la parte no comercial. Es una empresa que te facilita reservar hoteles o aviones por website.
-¡Obtuviste un buen puesto!
-Sí, tuve a cargo un equipo de 10 personas. Y mi primer problema fue cuando llegaron las Fiestas que, para mí y mi familia, son sagradas. Todos los años me volvía a Argentina en esa fecha. Ese año también, creo que estuve un mes. Y, al volver, a mi jefa o manager no le gustó y me dijo que no sabía si el año que viene me iba a poder ir. Para mí, era algo fundamental irme a Argentina cuando se me ocurriera. Así que también renuncié.
-¿¡Otra vez!?
-¡Sí! (risas). Mi siguiente laburo fue en Xapo, la empresa en la que estoy ahora. Trabajo todo en remoto y se dedica mucho a los bitcoins y la criptomoneda. Ahora obtuvo licencia para ofrecer bitcoins como lo haría un banco, es algo que está muy de moda. Hay como dos millones de criptomonedas.
-¿Y todo lo haces en remoto?
-Claro. Y estoy donde quiero. Desde que entré, hace casi tres años, hago una vida sin inviernos. Me gusta y, por suerte, vivo de verano en verano. Cuando acá viene el frío, me voy a Argentina. Viajo mucho más. Mi sede es en Barcelona, pero como que no estoy muy fijo, voy girando. En el último año estuve en Cádiz, Gibraltar, dos meses en México donde vi a Marquito Maccari que no quiso jugar al básquet conmigo (risas)… También en Italia: un mes en Roma y viví en Sicilia, hasta que volví a Argentina.
-¿En qué consiste tu función?
-Estoy en el equipo contable de la empresa. Hago el control financiero.
-¿Ahí no vas a renunciar? (Risas)
-(Risas) Por ahora, me voy a quedar. Este año ya voy a cumplir tres trabajando ahí. Estoy bien, me permite viajar y estoy cómodo.
Garro hace valer la moneda.